sábado, 8 de septiembre de 2012

Jonás 1:13-16 Dios cumple sus propósitos a pesar de nosotros

V.13 Y aquellos hombres trabajaron para hacer volver la nave a tierra; mas no pudieron, porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos. 
V.14 Entonces clamaron a Jeh
ová y dijeron: Te rogamos ahora, Jehová, que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre, ni pongas sobre nosotros la sangre inocente; porque tú, Jehová, has hecho como has querido.
V.15 Y tomaron a Jonás, y lo echaron al mar; y el mar se aquietó de su furor.
V.16 Y temieron aquellos hombres a Jehová con gran temor, y ofrecieron sacrificio a Jehová, e hicieron votos.

Comentario:
Estamos llegando a la mejor parte del libro y continuamos observando el obrar de Dios en cada segundo de la vida que rige en este planeta y en los hombres, malos y buenos. Es de necios pensar que Dios olvida algo de lo que nos acontece, incluso Dios está pendiente que el hombre malo clame a él y se arrepienta, pero no es de Él abrir la puerta de un corazón endurecido. Estoy seguro que en aquella nave, muchos marineros blasfemos tomaban los remos e insultaban a Dios y a la naturaleza por el mal tiempo, pero al sentir impotencia porque el mar se iba embraveciendo más y más contra ellos, cambiaron de actitud. Del insulto y enojo pasaron al clamor y súplicas a un Dios que no sabían si reaccionaría a su favor o en su contra (v.14). Expresaron algo así como esto: “Te rogamos, ¡oh Señor!, que no nos hagas morir por haber dado muerte a este hombre, (aunque todavía no lo echaban al mar pero ya era un hecho), y no hagas recaer sobre nosotros la sangre inocente; pues tú, ¡oh Señor!, has hecho caer la suerte así como has querido”.
Dios en su obrar, además de cumplir su propósito con Jonás, de que fuera a Nínive a proclamar el arrepentimiento, cumple su propósito en el corazón de toda la tripulación. Muchos marineros estarían pensando en que si se salvaban, serían mejores padres, esposos; otros pensarían con arrepentimiento en las cosas malas que hicieron y algunos hubiesen querido pedir perdón a gente que habían ofendido. Frente a la muerte el hombre no duda en hacer cosas que en otros momentos jamás haría. ¿Por qué somos así? ¿No es mejor arreglar nuestros asuntos a tiempo? Hoy podemos ser mejores personas, hoy podemos pedir perdón a quien ofendimos, hoy podemos platicar con la familia sobre temas que nos están corroyendo interior y exteriormente. La falta de perdón, el rencor y el odio generan enfermedades como el cáncer y las úlceras y nos hacen mucho mal y a la larga los únicos perjudicados somos nosotros mismos, dejando huellas imborrables también en los demás.
Entonces ellos habiendo orado, echaron a Jonás al mar, y el mar se calmó.
Lucas en el capítulo 8:24 nos dice lo que el Señor Jesús hizo en una situación similar: “Y vinieron a él y le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Despertando él, reprendió al viento y a las olas; y cesaron, y se hizo bonanza”.
Dios tiene gracia con el arrepentido que pide: una verdad ilustrada ahora en el caso de los marineros, luego en el caso de Jonás, y en tercer lugar, en el de Nínive.
Con la sola experiencia de un solo hombre desobediente, en este caso Jonás, Dios habló a los marineros, habló a Jonás mismo, y a una ciudad entera que estaba en pecado. Cuando no entendamos el proceder de Dios, no juzguemos, no nos apartemos, no nos durmamos, porque Dios nos sacará de lo malo para cumplir Su voluntad.
V. 16 Al ver esto, se apoderó de ellos un profundo temor al Señor, a quien le ofrecieron un sacrificio y le hicieron votos.
¿Por qué no decidimos hacer hoy votos a Dios, temerle y clamar a él antes que vengan los tiempos malos?
Rubén Pelegrina

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