viernes, 26 de abril de 2013


Efesios 4:1-3  ¿Cuál es la palabra que identifica el andar cristiano?

1  Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados,
2  con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,
3  solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

Comentario:

En Los capítulos 4 al 6 tenemos las aplicaciones prácticas de lo que estudiamos en los capítulos 1 al 3.
Ser un hijo de Dios es una elevada posición que no podríamos lograr jamás solos. Esa posición consiste en ser los representantes de Dios en la tierra. ¿Vivimos como representantes de Dios? También podemos llamarnos embajadores de Cristo (2° Corintios 5:20). Esas son las palabras que identifican el andar cristiano.
Pablo nos desafía a tener vidas dignas del llamado y cargo que hemos recibido.
Cierta época en la vida trabajé con un Despachante de Aduanas y él me nombró su Dependiente, por lo que yo podía firmar y retirar un envío de la Aduana que estuviera a nombre de un cliente de la Empresa. El privilegio era muy grande, pero también la responsabilidad. No debía equivocarme en nada absolutamente. Entonces, de igual manera tenemos el maravilloso privilegio de ser llamados propiedad de Cristo.
Pablo, antes de hacer a los efesios esta petición, les menciona otra vez su condición de preso en el Señor, mostrando como ejemplo lo que cuesta seguir a Cristo y lo que puede resultar de andar como es digno del Señor. Pablo les estaba recordando su propia servidumbre y sumisión a Cristo.
La conducta diaria del cristiano debe estar de acuerdo con lo que es, un embajador o representante. Para Pablo, la conducta surge de la teología, por lo tanto, cada creyente debe vivir correctamente basado en los principios correctos de Dios. La vida de un creyente tiene que ser moldeada de acuerdo con el propósito de Dios mismo, y no por la cultura, ambiciones personales, pensamientos, prácticas, etc. Muchos cristianos están ocupando mal los lugares en las iglesias locales, arrebatando los dones de otros que sí los poseen y ellos no. Eso es vivir una vida no digna con la vocación que han sido llamados.

Cada cristiano debe vivir de una manera digna del llamamiento que ha recibido. Los cristianos han sido llamados por Dios y tienen la responsabilidad de vivir sus vidas conforme a lo que Dios enseña en el evangelio.
Si hubiera diferencias entre algunos cristianos se insta a ser siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor, esforzándose por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Nuestra conducta puede confirmar o contradecir lo que decimos creer. Vivamos como lo que somos, vivamos como verdaderos hijos de Dios.

Rubén Pelegrina


miércoles, 9 de enero de 2013


Efesios 2:9-10  Gracia versus obras

9 no por obras, para que nadie se gloríe.
10  Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.  

Comentario:
No es un error pensar que debemos hacer cosas o prestar servicio en la iglesia posterior a la conversión. Muchos se escudan en este texto para dejar de lado el servicio y el trabajo en la obra de Dios. El apóstol Pablo aquí se refiere a otro aspecto de lo que estamos diciendo, se refiere a otro tema. Nadie puede ganarse la salvación, el cielo o la vida eterna por “hacer algo”. Todo, absolutamente todo fue hecho por Dios para nosotros y aunque nosotros hagamos algo por nuestra salvación no tendrá valor y no agregaremos ni un pelo a lo que ya está hecho. Por gracia somos salvos (v.8).
Este tema puede resultarnos más fácil a nosotros que a los primeros cristianos, ¿por qué? Ellos venían acostumbrados a la ley Mosaica que impedía hacer muchas cosas y exigía hacer mucho para salvarse. Cristo, fue una revelación dramática del poder de Dios, lleno de gracia, cuando no estaban acostumbrados precisamente a eso, porque ahora deriva todo por completo de él. No es producto de, ni recompensa dada por, nuestras obras; es el don de Dios para la fe. La fe en su totalidad no es por gracia tampoco, Pablo no se refiere a eso, la fe viene por el oír la Palabra de Dios.
Las obras carecen de importancia para la salvación ahora. Pero nuestra vida y nuestras obras anteriores sólo contribuyeron a la condenación de la que necesitábamos ser liberados. En contraste con esto, el v. 10 presenta a nuestra salvación en términos de la nueva creación que Dios hace de nosotros en Cristo. Nosotros somos obra de Dios, fuimos creados por Cristo para hacer el bien tal como Dios ya lo tenía planeado. De esta forma, con Jesús, somos primicias de la nueva creación y hemos sido transformados para que realmente podamos hacer verdaderas buenas obras.
Nosotros no podemos ganarnos el amor de Dios; pero podemos y debemos mostrarle a Él que le estamos sinceramente agradecidos, tratando de todo corazón de vivir la clase de vida que produzca gozo al corazón de Dios.

Rubén Pelegrina

miércoles, 19 de diciembre de 2012


 Efesios 2:7-8 El Dios de toda gracia nos da abundantes riquezas

7 “Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. 

Comentario:

Dios está deseoso de exhibir los trofeos que ha ganado con la sangre de su Hijo. Por un lado está con expectativas de exhibirnos hoy mismo, pero por otro tiene paciencia a la humanidad deseando que todos se salven. En el tiempo futuro hará una gran fiesta para mostrar a todos los testigos las ganancias de su trabajo y paciencia para con nosotros. Dios es paciente y desea que la pasemos bien, pero nosotros nos desviamos de sus planes haciendo nuestra voluntad. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2°Pedro 3:9)
Dios nos prepara la Gloria de Su presencia y nos dispone un lugar glorioso mientras nosotros avanzamos en la tierra proclamando el evangelio. Se cuenta de un maquinista negro que trabajaba en un transbordador de un río de América, que su embarcación era vieja, y el motor estaba descuidado y asqueroso. Este maquinista experimentó una auténtica conversión. Lo primero que hizo fue volver a su transbordador y limpiar la maquinaria hasta dejarla tan reluciente como un espejo. Uno de los pasajeros habituales comentó el cambio. "¿A qué te has dedicado?» -le dijo al maquinista. "¿Qué te ha hecho limpiar y sacarle brillo a tu vieja maquinaria?» «Señor -respondió el maquinista-, ahora tengo la gloria.» Eso es lo que Cristo hace por nosotros: nos da la gloria.
V.8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” La gracia de Dios hace “todo” en la vida de una persona perdida. Desde que nacemos comenzamos a perder valores que se van degradando hasta llegar al punto de la condenación.
La gracia de Jesucristo enciende de nuevo los ideales que habían extinguido las caídas sucesivas en pecado. Y al encenderse de nuevo, la vida se convierte otra vez en una escalada.
Gracia es una fuerza tanto como favor; un verbo, pero también un sustantivo.
Gracia habla de la inmerecida bondad por la cual nos es dada la salvación.
“Y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. La sola gracia de Dios nos hace ser diferentes. Él actúa como benefactor en esta gracia eficaz y previsora que distingue, porque su gracia es sólo suya. Nadie la ha merecido, de modo que los que son salvos deben agradecer únicamente a Dios; y aquellos que perecen, deben sólo culparse a sí mismos.
Dios es un Dios impresionante! ¿Eres tu salvo? Esa es la pregunta crucial en la vida. ¿Cuál es tu respuesta? Cristo murió para salvarte, cree en él y acéptalo como tu Salvador.
Rubén Pelegrina

miércoles, 12 de diciembre de 2012


Efesios 2:6 Entre el cielo y la tierra

6. “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

Comentario:
Siempre que leo este texto me imagino el regreso a la vida de Lázaro el amigo de Jesús, que por mandato se levantó de la tumba. Yo no sé qué hubiese hecho yo si me hubiese tocado resucitar y salir a la vida nuevamente, pero sí sé lo que hice cuando en dos ocasiones estuve en coma, próximo a entrar en estado vegetativo y regresé a la vida normal. Allí todo cambia, se transforma tu mundo en uno nuevo, se admira lo que antes jamás hubiésemos admirado y se vive cada instante como si fuera el último de la vida. Con el paso de los días tenemos la tendencia a olvidar, pero cada vez que se lee que Jesús ya nos resucitó, deberíamos vivir a pleno cada minuto. En cambio lo hacemos con desazón, tristeza, ansiedad y preocupaciones.
Si estamos resucitados y sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús, nuestra mente, nuestras actitudes, deberían cambiar. Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él y sabemos que nuestros cuerpos también resucitarán y que ya se nos ha dado el poder para vivir de manera diferente ahora la vida cristiana. Estas ideas se hallan combinadas en la imagen que Pablo nos transmite, cuando habla de estar sentado con Cristo en "lugares celestiales" y a la vez viviendo la vida en la tierra. Si leyéramos más seguido estos textos, viviríamos más cerca espiritualmente del Creador.
El estado de pecado es el estado de conformidad con este mundo, y el estado de la vida espiritual es el estado de vivir en conformidad a lo que el Espíritu Santo impulsa.
Nos queda claro entonces que si somos más dados a la iniquidad espiritual o sensual, como lo son naturalmente los hijos de desobediencia, debemos rever si realmente por quién nos dejamos impulsar, si por el enemigo o por el Dios Todopoderoso. Si el enemigo es el impulsor de nuestra vida, tendremos que mirar la cruz y convertirnos.
Virtualmente los cristianos que estamos viviendo en el espíritu, debemos saber que cada uno tiene su lugar propio designado en el cielo, del cual, en tiempo debido, tomaremos posesión.

Rubén Pelegrina


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Efesios 2: 4-5 ¿Qué es la misericordia de Dios?

4 Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
5 aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos) 

En la oc
asión anterior meditamos en la diferencia de tener una vida sin Cristo y tener una con Cristo. En esta ocasión meditaremos un poco en Dios y el atributo misericordioso que posee y distinguiremos entre la misericordia y la gracia.
La mayoría de los chicos o adolescentes tienden a elegir a sus amigos por la cantidad de dinero que tienen sus padres. Pocos elegirían a los amigos pobres. La pobreza es un mal indicador y la riqueza es de mejor prestigio. Dios es como ese amigo rico que nosotros podemos elegir, valga el burdo ejemplo.
Hace poco meditamos un poco sobre la misericordia de Dios manifestada en el libro de Jonás, tanto para Jonás como para los ninivitas. Dios es bueno, nadie puede negarlo y es capaz de perdonar al más malo de los pecadores. En la Biblia tenemos una parábola, la del Juez injusto (Lucas 18) que dijo que por causa de la insistencia de la mujer, había decidido hacerle justicia, mostró una misericordia forzosa. No lo hizo por ser misericordioso, sino porque se sintió molesto por tanta insistencia.
En la vida hay gente mala que demuestra misericordia de vez en cuando, pero Dios es diferente, no podemos negarlo. Dios no hace acepción de personas. Es común para el ser humano que está acostumbrado al favoritismo, pensar que tal vez Dios tiene preferidos, pero Dios no actúa como hombre.
Me agrada un comentario que hace Charles H. Spurgeon en uno de sus famosos sermones y dice que una prueba de la grandiosa ternura de Dios es que se haya dignado pensar en Su criatura pecadora, el hombre.
Cuando el ser creado se estableció deliberadamente en oposición a su Creador, ese Creador pudo haberlo destruido, o haberlo abandonado a su propia suerte para que se forjara su propia destrucción, pero no lo hizo, al contrario le brindó ayuda.
La misericordia es un poco incomprensible si no le ponemos un ejemplo práctico para que se entienda. Cierta vez yo trabajaba como responsable en una pequeña obra de Dios y la mayoría de los asistentes a las reuniones no eran cristianos. Una noche uno de los hijos de un creyente se puso a molestar a todos y no dejaba escuchar al que presidía la reunión y que se entregaba con mucho esfuerzo a la tarea. Yo reprendí a este niño llevándolo fuera de la sala. Pero cuando este pequeño se encontró con su padre en la casa, le dijo que yo le había castigado. Entonces el hombre dejó de saludarme. Cierto día su camioneta se quedó sin combustible frente a mí y la única persona que podría ayudarle era yo. Decidido acudí a su necesidad y la camioneta pudo seguir viaje, el hombre no lo hubiera merecido, pero lo hice. Con este ejemplo podemos tomar idea de lo que significa la misericordia. Un regalo inmerecido para gente pecadora.
Y si cabe una pregunta para finalizar sería: ¿Cuál es la diferencia entre misericordia y gracia? La misericordia y la gracia son confundidas con frecuencia y no son lo mismo.
Respuesta: Mientras que los términos tienen significados similares, lo puedo ejemplificar así: Para sintetizar la diferencia vemos que, misericordia es que Dios no nos castigue como lo merecen nuestros pecados, y gracia es que Dios nos bendiga a pesar de que no lo merezcamos. La misericordia es la liberación del juicio y la gracia es la bondad que se extiende a quienes no la merecen. Hebreos 4:16 declara, “Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”

Rubén Pelegrina

lunes, 19 de noviembre de 2012


Efesios 2: 1-3 Lejos de Dios

V.1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
2  en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
3  entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.

Comentario:
En el comentario anterior quedó pendiente una parte del v.1, “Y él os dio vida a vosotros”. En alguna ocasión hace muchos años, me estaba bañando en un lago y a lo lejos vi dos muchachos que nadaban para cruzar hacia el otro lado, uno de ellos levantaba la mano y se hundía. Hice lo posible por salvarle y con la ayuda de su otro compañero lo arrastramos hasta la orilla como unos cien metros. El asunto fue darle vida cuando la estaba perdiendo, pero estaba vivo. Se recuperó y volvió a su diaria ocupación.
La diferencia con el texto que ahora comentamos es que Dios es el que da la vida espiritual al que no la tiene, es como una resucitación cuando ya no hay aliento ni esperanzas.
a-    La vida sin Cristo es la vida que se vive de acuerdo con este mundo actual, con los valores del mundo. La vida con Cristo es la que se vive de acuerdo a los principios y valores de Dios.  La esencia de una persona sin Cristo es, que "conoce el precio de todo pero no su valor.  La esencia de la vida con Cristo es que conoce el valor porque al precio lo pagó Él y pone a Cristo y a los demás en el centro. Cierta vez fui a comprar un calzado y me sorprendió ver que su precio estaba alto con respecto a lo que lo había visto días antes, pero los compré igual porque conocía el valor del cuero con que estaba fabricado. Al pasar por la “caja”, me lo cobraron rebajado como lo había visto, pero si hubiese tenido que pagarlo caro no me interesaba porque conocía el valor y durabilidad del mismo.
b-    La vida sin Cristo se vive bajo los dictados del príncipe de este mundo, se lo describe como el que ejerce autoridad en el mundo espiritual de maldad, o sea, los demonios y los que están en contra de Cristo. Por el contrario la vida con Cristo se practica en forma conjunta con el dictado de Dios y Su Palabra.
c-    La vida sin Cristo se caracteriza por la desobediencia. Y la vida con Cristo se caracteriza por la disciplina bajo sus normas de conducta en obediencia.
d-    La vida sin Cristo es la que se deja dominar por el deseo. La palabra para deseo, quiere decir expresamente que el deseo de lo que se aspira está prohibido. La vida con Cristo es la que no sucumbe por el deseo sino la que se satisface entera de Dios.
Esforcémonos por vivir una vida acorde a lo que Dios manda y no a lo que el mundo vive. Un acorde musical es el que está de acuerdo con la partitura de la canción y no en acuerdo con alguien que desentona. Entonemos al estilo de Dios.

Rubén Pelegrina


Efesios 2:1  Todo lo que nos provoca el hacer cosas malas.


V.1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Comentario:
Estar muerto en delito y pecado es tener una vida lejos, muy lejos de Dios, sin Su esencia en la vida, sin el Espíritu Santo y sin un futuro asegurado. Yo te pregunto: ¿Puede un muerto tener esperanza? ¿Puede un muerto sentir dolor? ¿Puede un muerto gustar el don del Espíritu Santo?
La mayoría de la gente que se encuentra muerta en delitos y pecados, o en transgresiones y faltas, no alcanza jamás a darse cuenta lo que significa estar vivo espiritualmente y para Dios, esa gente que vive la vida como la dicta el que gobierna el poder del aire, ese espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia y en un tiempo todos nosotros también vivimos la misma clase de vida. Pero gracias a Dios que pudimos pedir perdón, reconocernos pecadores y ser hechos “hijos de Dios”.
En cierta ocasión de mi infancia, un amigo me invitó a vivir una experiencia jugando con un sapo. Me dijo: “voy a realizar un experimento” y como niño acepté, aunque luego me arrepentí. Puso cloroformo en la boca del sapo, lo amarró de las patas panza arriba con hilos a cuatro estacas y le picaba la panza con un palito fino, a lo que el animal reaccionaba porque no tenía anestesia. Con el paso de los minutos, el animal murió por el efecto del cloroformo y ya no reaccionaba al picarle la panza. Mi amigo creía que estaba vivo, pero pensó que estaba anestesiado por el cloroformo, pero no! El sapo estaba muerto porque su corazón no latía.
Cuando el apóstol Pablo nos pone el ejemplo que andábamos como muertos, nos quiere enseñar que a un muerto no le duelen los piquetes de Satanás. Está muerto en delitos y pecados que son como el cloroformo que impide sentir el dolor, aunque sí se reacciona pero nada más que como el sapo, una pequeña resistencia y nada más.
Pablo está hablando de la vida presente. Hay tres hilos de una misma cuerda en los que el efecto del pecado es mortal.
1°) Nadie sigue siendo el mismo cuando comete un pecado, éste le destruye la inocencia, ya no se puede decir “no conozco eso”. Todo queda grabado en la mente. Esto es como si nos sajáramos la piel con una navaja cada vez que pecamos y así cada caída va dejando marcas. Al final somos un daño total y una sola cicatriz. El pecado deja una película imborrable en la memoria de nuestra mente, es como un virus troyano que afecta la mente y no se desprende de ella”.
2°) El pecado produce un encallecimiento matando las cosas excelentes de a poco. Es un proceso trágico que va provocando insensibilidad. Al principio, la persona lo considera una mala acción y hasta se horroriza; la segunda etapa llega cuando tiene la tentación de hacerlo, pero, aun cuando lo está haciendo, se siente todavía desgraciado e inquieto y muy consciente de que está mal, pero lo mismo lo hace.
3°) la tercera etapa es cuando ya hizo tantas veces lo mismo que ya lo hace sin remordimientos. Cada pecado hace más fácil el siguiente.  Esta última etapa es cuando el pecado le mata la voluntad. Veamos cómo lo hace: En un principio, uno se entrega a algún placer prohibido porque quiere probar; al final, se entrega a él porque no lo puede evitar y una vez que algo se convierte en un hábito, esto se convierte en una necesidad.
En el siguiente comentario analizaremos cómo puede surgir la vida de la muerte.

Rubén Pelegrina