miércoles, 19 de diciembre de 2012


 Efesios 2:7-8 El Dios de toda gracia nos da abundantes riquezas

7 “Para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. 
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. 

Comentario:

Dios está deseoso de exhibir los trofeos que ha ganado con la sangre de su Hijo. Por un lado está con expectativas de exhibirnos hoy mismo, pero por otro tiene paciencia a la humanidad deseando que todos se salven. En el tiempo futuro hará una gran fiesta para mostrar a todos los testigos las ganancias de su trabajo y paciencia para con nosotros. Dios es paciente y desea que la pasemos bien, pero nosotros nos desviamos de sus planes haciendo nuestra voluntad. “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2°Pedro 3:9)
Dios nos prepara la Gloria de Su presencia y nos dispone un lugar glorioso mientras nosotros avanzamos en la tierra proclamando el evangelio. Se cuenta de un maquinista negro que trabajaba en un transbordador de un río de América, que su embarcación era vieja, y el motor estaba descuidado y asqueroso. Este maquinista experimentó una auténtica conversión. Lo primero que hizo fue volver a su transbordador y limpiar la maquinaria hasta dejarla tan reluciente como un espejo. Uno de los pasajeros habituales comentó el cambio. "¿A qué te has dedicado?» -le dijo al maquinista. "¿Qué te ha hecho limpiar y sacarle brillo a tu vieja maquinaria?» «Señor -respondió el maquinista-, ahora tengo la gloria.» Eso es lo que Cristo hace por nosotros: nos da la gloria.
V.8 “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe” La gracia de Dios hace “todo” en la vida de una persona perdida. Desde que nacemos comenzamos a perder valores que se van degradando hasta llegar al punto de la condenación.
La gracia de Jesucristo enciende de nuevo los ideales que habían extinguido las caídas sucesivas en pecado. Y al encenderse de nuevo, la vida se convierte otra vez en una escalada.
Gracia es una fuerza tanto como favor; un verbo, pero también un sustantivo.
Gracia habla de la inmerecida bondad por la cual nos es dada la salvación.
“Y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. La sola gracia de Dios nos hace ser diferentes. Él actúa como benefactor en esta gracia eficaz y previsora que distingue, porque su gracia es sólo suya. Nadie la ha merecido, de modo que los que son salvos deben agradecer únicamente a Dios; y aquellos que perecen, deben sólo culparse a sí mismos.
Dios es un Dios impresionante! ¿Eres tu salvo? Esa es la pregunta crucial en la vida. ¿Cuál es tu respuesta? Cristo murió para salvarte, cree en él y acéptalo como tu Salvador.
Rubén Pelegrina

miércoles, 12 de diciembre de 2012


Efesios 2:6 Entre el cielo y la tierra

6. “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

Comentario:
Siempre que leo este texto me imagino el regreso a la vida de Lázaro el amigo de Jesús, que por mandato se levantó de la tumba. Yo no sé qué hubiese hecho yo si me hubiese tocado resucitar y salir a la vida nuevamente, pero sí sé lo que hice cuando en dos ocasiones estuve en coma, próximo a entrar en estado vegetativo y regresé a la vida normal. Allí todo cambia, se transforma tu mundo en uno nuevo, se admira lo que antes jamás hubiésemos admirado y se vive cada instante como si fuera el último de la vida. Con el paso de los días tenemos la tendencia a olvidar, pero cada vez que se lee que Jesús ya nos resucitó, deberíamos vivir a pleno cada minuto. En cambio lo hacemos con desazón, tristeza, ansiedad y preocupaciones.
Si estamos resucitados y sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús, nuestra mente, nuestras actitudes, deberían cambiar. Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él y sabemos que nuestros cuerpos también resucitarán y que ya se nos ha dado el poder para vivir de manera diferente ahora la vida cristiana. Estas ideas se hallan combinadas en la imagen que Pablo nos transmite, cuando habla de estar sentado con Cristo en "lugares celestiales" y a la vez viviendo la vida en la tierra. Si leyéramos más seguido estos textos, viviríamos más cerca espiritualmente del Creador.
El estado de pecado es el estado de conformidad con este mundo, y el estado de la vida espiritual es el estado de vivir en conformidad a lo que el Espíritu Santo impulsa.
Nos queda claro entonces que si somos más dados a la iniquidad espiritual o sensual, como lo son naturalmente los hijos de desobediencia, debemos rever si realmente por quién nos dejamos impulsar, si por el enemigo o por el Dios Todopoderoso. Si el enemigo es el impulsor de nuestra vida, tendremos que mirar la cruz y convertirnos.
Virtualmente los cristianos que estamos viviendo en el espíritu, debemos saber que cada uno tiene su lugar propio designado en el cielo, del cual, en tiempo debido, tomaremos posesión.

Rubén Pelegrina