lunes, 26 de marzo de 2012

Salmo 146 Alabanza por la justicia de Dios (1° Parte)

Salmos 146:1 Alaba, oh alma mía, a Jehová.
2  Alabaré a Jehová en mi vida; cantaré salmos a mi Dios mientras viva.
3  No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación.
4  Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.
5  Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios,
6  El cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre,
7  Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos;
8  Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos.
9  Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.
10  Reinará Jehová para siempre; Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.
 Aleluya.

Comentario:

Este salmo, podríamos titularlo “el salmo de todos” porque en alguna etapa de nuestra vida hemos tenido alguna situación que nos hizo abrazar el salmo como si fuera solo nuestro y repetir una a una sus palabras. Siempre recuerdo a mi niña por las noches, durmiendo con su muñeco peluche, abrazándolo y sin soltarlo en toda la jornada de sueño, y para muchos este salmo se puede transformar en su elemento de abrazo y cariño.
¿Cuánto tiempo ha pasado usted esperando en la justicia divina? Debe ser un caso muy difícil el suyo y el mío si ya han pasado días, meses o tal vez años esperando y sin solución. Entonces debería intervenir la justicia divina. Lo triste del caso es que si todo lo que uno pasa, lo hacemos esperando en la “justicia divina” estaremos involucrando a personas. No sabemos entonces qué elegir, si continuar con la problemática esperando que se dé el momento de paz o decidir llamar a Dios para que ejerza justicia. Porque si el Gran Juez interviene, podemos resultar heridos de alguna manera. Dios puede quitarnos algo, inhibir a gente querida a nuestro alrededor para solucionar el problema, o actuar de alguna manera que no salgamos muy beneficiados. Recordemos que cuando hay una herida infectada, los médicos en muchas ocasiones amputan, cortan o mutilan partes del cuerpo para evitar que el mal se distribuya. Y Dios puede ocasionalmente quitar de nuestro entorno algo que al comienzo nos duela.
Hay un texto en este salmo que puede hacernos decidir entregar todo a Dios y es el siguiente: v. 7  “Que hace justicia a los agraviados.”
Nos remitiremos al comienzo del salmo para estudiarlo adecuadamente.
Vs. 1-2 El método de alabanza y cántico a Dios exalta la grandeza del salmista, porque a pesar de estar sufriendo o haber sufrido, alaba a Dios. Teniendo ante nosotros esta gloriosa perspectiva, ¡cuán bajas parecen las situaciones terrenales y cuán grandes los beneficios celestiales! Y analicemos porqué.
v. 3  “No confiéis en los príncipes, ni en hijo de hombre”. Somos dados a descansar en hombres importantes de la tierra antes que en Dios, tenemos la tendencia a poner en manos humanas nuestras contrariedades, cuando tenemos un Dios que se yergue como poderoso Gigante, un Salvador que ha dado su vida por nosotros inyectándola también en nuestro ser y un Consolador que nos acompaña como amigo inseparable. Mira mi amigo, mi hermano; el Espíritu Santo es mi amigo, yo un día le dije: “si tú eres mi consolador, estando a mi lado, guiándome, ¿por qué no eres mi amigo entonces?... Hagamos un trato, tú serás mi amigo, iremos de la mano, y platicaremos juntos de todo lo que me acontece” y desde ese día yo fui una persona diferente, más confiada, más estable, más entregada. Aprendí a confiar en Él y no confiar en príncipe ni creer que de los hijos de los hombres puede venir alguna salvación, pues de ellos “sale su aliento, y vuelven a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (v. 4) Entonces el salmista aconseja a su auditorio a que no confíe en gobernantes mortales transitorios y transfiera todo en alabanza a Dios a manera de experimentar bienaventuranza como estudiaremos a continuación.

Rubén Pelegrina

jueves, 22 de marzo de 2012

Salmo 145 Alabanza por la bondad y el poder de Dios (3° Parte)

Salmos 145:17-21  Justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso en todas sus obras.
18  Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras.
19  Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará.
20  Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos.
21  La alabanza de Jehová proclamará mi boca; y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre.

Comentario:
Nombro en esta ocasión a la parte que analizaremos: “Justo es el Señor”
Me ha tocado vivir en diferentes territorios, tanto de Argentina como de México, lugares con posibilidad de inundaciones, otros con huracanes y ahora con temblores o sismos. En todos los desastres ecológicos que ocurren, el ser humano tilda a Dios de injusto. ¿Y por qué el verso 17 nos declara que misericordioso en todas sus obras es Dios?
Desde nuestra perspectiva, parece injusto que Dios permita que cosas malas le sucedan a gente buena, que un precioso bebé contraiga una enfermedad demoledora, mientras permite que un criminal viva una vida saludable y larga. ¿Dónde está el Dios de equilibrio y equidad que evocamos? 
El verso 18 nos aclara un poco sin decirnos que no sucederán cosas malas: Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras”.
Dios anhela la cercanía del hombre hacia él y hay detalles que suceden porque el hombre provoca los cambios en la naturaleza los cuales Dios no puede evitar, siendo nosotros los responsables. El profeta Habacuc cuestionó la "justicia" de Dios al utilizar a los malvados caldeos para castigar a un pueblo más justo (Habacuc 1:12-13). Nuestra complicación se da porque no nos damos cuenta de que quebrantamos los estándares del bien todos los días de nuestras vidas, tiramos basura en la calle, desperdiciamos el agua, provocamos contaminación de diferentes maneras... No somos perfectos, nunca lo seremos, y aun así esperamos que Dios nos confiera una "recompensa" o bendición perfecta. 
V.19 Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá asimismo el clamor de ellos, y los salvará”. Tanto en este verso como en el anterior que nos dice que Dios está cercano a algunos de nosotros, notamos que el deseo de Dios es que el hombre también se acerque a él. Si Dios es verdaderamente "injusto" de acuerdo con la definición de la gente, sería desapasionado y distante, pero se nos hace saber que Él está cercano y que el ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen y los defiende. (Salmo 34:7) En vez de castigar, defiende, se manifiesta, susurra al oído de los atribulados palabras de bien y estimula a bondades y misericordias.
V. 20 “Jehová guarda a todos los que le aman, mas destruirá a todos los impíos”.
Dios nos dio libre albedrío para escogerlo o rechazarlo, para ser guardados o destruidos.  Su Hijo, Jesucristo, dio Su vida por toda la humanidad, tanto por los más malos como por los mejores. La balanza de la virtud se inclina pesadamente en nuestra contra, porque somos pecadores, egocéntricos, injustos y obstinados. Mediante una abundante gracia, no la justicia, un Dios justo inclinó la balanza a nuestro favor (Efesios 2:4-5).
V. 21  “La alabanza de Jehová proclamará mi boca; y todos bendigan su santo nombre eternamente y para siempre”. Amemos su nombre, cuidemos el planeta  y andemos en sus caminos mientras deseamos que todos los hombres bendigan Su santo nombre por siempre jamás.

Rubén Pelegrina

miércoles, 21 de marzo de 2012

Salmo 145 Alabanza por la bondad y el poder de Dios (2° Parte)

Salmos 145:8-16  Clemente y misericordioso es Jehová, lento para la ira, y grande en misericordia.
9  Bueno es Jehová para con todos, y sus misericordias sobre todas sus obras.
10  Te alaben, oh Jehová, todas tus obras, y tus santos te bendigan.
11  La gloria de tu reino digan, y hablen de tu poder,
12  Para hacer saber a los hijos de los hombres sus poderosos hechos, y la gloria de la magnificencia de su reino.
13  Tu reino es reino de todos los siglos, y tu señorío en todas las generaciones.
14  Sostiene Jehová a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos.
15  Los ojos de todos esperan en ti, y tú les das su comida a su tiempo.
16  Abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente.

Comentario:
Hoy vamos a interpretar el segmento siguiente que nos habla de un Dios misericordioso. “Misericordioso es el Señor” (8–16)
Lo primero que tenemos que saber es lo que significa la misericordia.
El  A. T. enmarca la misericordia de Dios dentro de la cultura hebrea, dándole rasgos masculinos y femeninos. 
Dios ama y se hace responsable de este amor.
La palabra misericordia tiene su origen en las palabras hebreas Hesed y Rahamin.
Hesed: Indica una actitud de profunda bondad. 
Rahamin, expresa el “amor de madre” (Rehem  = regazo materno) son rasgos típicamente femeninos; es el amor entrañable que liga a la mamá con su propio hijo. Brota de la unión especial entre madre e hijo. Esta mamá que construyó en su cuerpo todas las fibras de su hijo con un amor gratuito que sale de adentro de ella misma. No es fruto de mérito, un hijo no tiene mérito, es amado por su madre gratuitamente. Importante: Es una necesidad interior, una exigencia del corazón.
Nosotros, en nuestra cultura, confundimos el término misericordia con “lástima”. Vemos un niño pobre y nos mostramos misericordiosos por su pobreza y le regalamos comida y ropa porque sentimos lástima. Debemos distinguir las interpretaciones. La palabra “misericordia” en la lengua latina es el resultado de la suma de dos términos distintos: Miser que significa “pobre, necesitado”, y corda que traducimos por “corazón”. La misericordia es la capacidad de entregar algo, “sin lástima”. Entregar de sí mismo a la pobreza del corazón de una persona.  La lástima implica darse cuenta de la pobreza del otro y sentir, por qué no, remordimiento ante el dolor de dicha persona. La misericordia, es algo muy distinto: entregar algo de sí mismo a la pobreza del corazón de la persona para que ésta crezca en humanidad. La misericordia es una gran virtud, la lástima no pasa de ser un triste defecto.
El samaritano de la parábola, (Lucas 10:33) ante el dolor del hombre herido, se compadeció, y esta actitud suya es el mismo sentimiento de Dios frente al sufrimiento de sus criaturas.
El samaritano al ver al hombre herido sintió misericordia. El texto bíblico nos dice “se le conmovieron las entrañas” ante la presencia de aquel hombre herido. El hecho de “conmoverse las entrañas” no es, en modo alguno, una expresión insignificante. “Conmoverse las entrañas” indica lo que sucede a una madre cuando va a dar a la luz un hijo.
El salmo nos deja ver que por la “misericordia de Dios” podemos entrar al reino como hijos. Y me agrada porque el salmista enseña que los oprimidos, los que caen y los hambrientos hallan casa y alimento en el reino de Dios. Él nunca se va a olvidar de nosotros, ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti”. (Isaías 49:15)
Tengamos la seguridad que Dios tiene un tierno afecto por su Iglesia y su pueblo; no quiere que nos desalentemos y vivamos en miseria.
Algunas madres descuidan a sus hijos, pero las compasiones de Dios con su pueblo exceden infinitamente a las de los padres más tiernos hacia sus hijos.
Todos estuvimos en desgracia antes de conocer a Dios, y aún existen muchas personas que no han encontrado a Dios. ¿Existe mayor desgracia? La buena noticia es que la Biblia y el salmo nos destacan la misericordia de Dios como una disposición suya que beneficia al ser humano pecador y claramente dice que tenemos salvación por su misericordia. Leamos en privado lo que dice Efesios 2:1-5. Y termina el párrafo que nos ocupa expresando: Abres tus manos y a todos los seres vivos les das lo que necesitan”. ¡Gracias Señor!

Rubén Pelegrina

martes, 20 de marzo de 2012

Salmo 145  Alabanza por la bondad y el poder de Dios (1° Parte)

Salmos 145: 3-7  Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su grandeza es inescrutable.
4  Generación a generación celebrará tus obras, y anunciará tus poderosos hechos.
5  En la hermosura de la gloria de tu magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré.
6  Del poder de tus hechos estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza.
7  Proclamarán la memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia.

Comentario:
En esta ocasión nos abocaremos juntos para desarrollar el primer punto después de la introducción a este salmo: “Grande es el Señor” (vs. 3–7).
Cuando era chico, solía admirar mucho a un tío que para cada tema que se platicaba en la casa, él tenía un texto bíblico en mente y yo quedaba como suspendido en el aire y en el tiempo pensando cuándo podría ser igual que él y ver la vida desde la óptica divina. Y la verdad es que para cada cosa que platicamos a diario hay un tema en la Palabra de Dios que nos acompaña. El tema de hoy es la “grandeza de Dios”
Contra tamaña gloria y esplendor no podemos hacer menos que admirarle. Hoy cuando comencé este comentario se movió la tierra temblando y toda expresión de la gente aquí en México era “Dios mío” y yo aproveché para hacerles notar a algunos, que nada podíamos hacer en dichos momentos más que esperar los acontecimientos y suplicar a Dios que aquiete la tierra. Dios habla de muchas maneras a todos nosotros cuando menos lo esperamos o cuando nos distraemos pensando en otras cosas.
El Estudio de hoy nos estimula a admirar la grandeza y gloria de Su Persona como lo expresa Pablo en Romanos 11:33: ¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!”  El propósito de la Palabra de Dios es impulsarnos a admirar la grandeza y la gloria de Dios en cualquier circunstancia que nos tocara vivir. ¿Eres tú de los que se asombran de cualquier detalle que nos ofrece la vida alrededor? Hace unos días caminaba por un parque lleno de plantas y exuberante en follaje y al lado mío lo hacía un ave muy pequeña que no se asustaba de mi caminar y tampoco me prestaba atención. Me paré y comencé a admirar el propósito tan definido en hacer lo que le interesaba. Me puse a orar y pedirle al Dios grande que me haga igual a esa ave, sin dejar de razonar que por Su grandeza yo podía en esos momentos contemplar el pajarito saltando por su comida. No hay ninguna duda que la naturaleza habla de por sí sola de la grandeza de Dios.- ¿Y que encontramos en una flor? Belleza, fragancia, admiración, etc.

La grandeza de Dios afecta nuestra vida diaria si nos acostumbramos a centrar en Él todo lo que nos acontece y todo lo que a nuestro alrededor sucede.
Donde Dios está hay un perfume diferente, la atmósfera se transforma, y su fragancia llena toda la vida, toda nuestra casa, el trabajo, nuestra mente  y donde quiera que vayamos nos acompaña. Hay algo en la vida de quienes se centran en Dios y su grandeza, que cuando caminamos por el sendero de la existencia, la misma gente se da cuenta que hay "algo especial" que dejamos cuando estamos con ellos.
La grandeza de Dios no encuadra en una postal o fotografía, no tiene límites ni cuadro que la enmarque, es maravillosa, buena y digna de confianza.
Efesios 3:18 nos dice: "Que Seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura y de conocer el amor de Cristo, que excede todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios".-
Dios va a llenar de Su plenitud nuestra vida pobre y seca en la medida que comprendamos su grandeza.

Rubén Pelegrina


lunes, 12 de marzo de 2012

Salmo 144 Oración pidiendo socorro y prosperidad (4° Parte)

Salmos 144: 5-9  Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen.
6  Despide relámpagos y disípalos, envía tus saetas y túrbalos.
7  Envía tu mano desde lo alto; redímeme, y sácame de las muchas aguas, de la mano de los hombres extraños,
8  Cuya boca habla vanidad, y cuya diestra es diestra de mentira.
9  Oh Dios, a ti cantaré cántico nuevo; con salterio, con decacordio cantaré a ti.

Comentario:
Vs.5-9  “Oh Jehová, inclina tus cielos y desciende; toca los montes, y humeen”.
Un fuerte deseo de un toque divino, acompaña al salmista que experimenta una opresión y acoso de hombres chocantes que llenan su boca de palabras vacías en su contra abriendo  sus labios para mentir, y levantando su mano derecha para jurar en falso.
Dicho toque lo tenemos aquí, precisamente en este texto (v.5) El toque de Dios lo podemos ver en toda Su palabra, en la naturaleza, en los hombres y en lo que les rodea. El mayor toque de ellos ocurrió cuando muchos  millones de personas murieron en el diluvio en la época de Noé, salvándose apenas ocho personas. Noé,  y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. (Génesis 7:7)
El toque divino puede cambiar la naturaleza, a los hombres vivos, nuestros órganos y por supuesto nuestra mente. Dios le tocó la boca a Jeremías poniendo palabras divinas en sus labios cuando él no quería hablar por considerarse a sí mismo un niño: Y me dijo Jehová: No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte, dice Jehová. Y extendió Jehová su mano y tocó mi boca, y me dijo Jehová: He aquí he puesto mis palabras en tu boca”. (Jeremías 1:4-9)
De igual manera David pide a Dios un toque en la naturaleza para poder experimentar un cántico nuevo (v.9) y entonar alabanzas cuando haya pasado la prueba.
De igual manera Dios puede obrar milagro con sus toques y es necesario que él toque nuestro entorno de diferentes maneras para que podamos experimentar el cambio necesario, sea este cambio a nuestro alrededor o en nosotros mismos.
El reconocido autor Gary Chapman en su libro “Los cinco lenguajes del amor” habla de la importancia que el toque físico aplica a nuestras vidas. Un abrazo, una palmada en la espalda, una caricia puede significar afecto, amor, aceptación y cuán necesario es esto en nuestras vidas cuando experimentamos soledad, tristeza o desamparo.
También nos habla que el toque de una palabra puede provocar en nosotros un avance en la vida y hasta para vencer las dificultades. Y si esto hace el toque de una persona en nuestras vidas, cuánto más lo hará el toque divino. Para que la personalidad funcione emocionalmente y espiritualmente bien necesitamos este tipo de toques. Cuánto más el toque de Dios en nuestras vidas para cambiarnos y para transformarnos, o para cambiar el entorno. Pidamos a Dios el toque divino y abracemos Su Palabra que está llena de testimonios y milagros.

Rubén Pelegrina

viernes, 9 de marzo de 2012

Salmo 144 Oración pidiendo socorro y prosperidad (3° Parte)

Salmos 144:3-4  Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo de hombre, para que lo estimes?
4  El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.

Comentario:
Vs 3-4 El salmista usa aquí toda una serie de metáforas para mostrar una particular y asombrosa diferencia: la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre al cual compara con vanidad o vaciedad y sombra que pasa como lo analizamos al final; éste, siendo nada, hoy está y mañana ya no está. Piense usted en cuántos familiares, amigos o conocidos tuvo que ya no están y que a muchos quisiera resucitar y no puede…
El texto también muestra la soberanía de Dios y su cuidado sobre el ser humano que es nada, valga la redundancia. ¿Alguien cuidaría lo que es nada? Dios sí.
¿Se ha puesto a pensar usted en esto? Que usted es nada y Dios cuida de esa nada.  O usted mantiene la arrogancia de creer que es mucho. Puede ser que usted lo crea, pero ante los ojos de Dios somos como una flor que hoy está y mañana se marchita o como la sombra (Job 14:2), o como una nube y el rocío de la mañana (Oseas 6:4) Job habla sobre la brevedad de la vida diciendo: “El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece”. (Job 14:1-2)  
¿Sabe usted que hoy está aquí y mañana no lo tiene asegurado? ¿Se ha dado cuenta que en este texto hay un gran contraste entre lo que es el hombre y lo que es Dios?
Es una importante ocasión para reflexionar y meditar sobre nosotros mismos, qué estamos haciendo para no sobrevalorarnos humanamente porque nos enseña Pablo en Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
Mas debemos valorarnos espiritualmente porque ahí sí, en dicha dimensión somos participantes de una bendición eterna. En Efesios 1:3 Pablo dice que Dios nos bendijo “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales”. Esta es una declaración que debemos resaltar en esta época tan materialista en que nos toca vivir, nos bendijo en los lugares celestiales con un cheque a futuro. Vemos una sociedad que idolatra la salud, las riquezas, la buena vida; y lo más triste de todo esto es que algunos han querido acomodar el mensaje del evangelio a esa forma de pensar. Por esto hoy muchas personas abrazan el llamado “evangelio de la prosperidad”: donde se enseña que debemos prosperar económicamente, debemos disfrutar de muchas posesiones, porque somos hijos del Rey, y debemos vivir como tales. Esta manera moderna de pensar dice Warren Wiersbe – trata de hacernos creer que la mayor preocupación de Dios es hacernos felices, no santificarnos, cuando la santificación significa “vivir apartados o separados para…” y que Dios se preocupa más por nuestro bienestar físico y material que por el moral y espiritual.
¿Usted siente que esto sea una realidad en su vida? El ‘dios de la prosperidad’ es un mensajero de vanidad cuya única responsabilidad es responder a todos nuestros llamados y asegurarse de que estemos gozando de la vida”. Todo lo contrario, el salmista nos asegura que somos nada, que hoy estamos y mañana no. Dice Pablo en 1°Tim. 6:7-8 “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar, así que teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos”.
Nuestra mayor preocupación debe ser alcanzar el mundo con el evangelio. Es lo único que me predispone y motiva a mí a hacer lo que hago, explicar la Biblia para que cualquier persona en la red pueda leer y conocer el amor de Dios hasta lo último de la tierra.
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, dice Pablo en Fil. 3:20, y esa ciudadanía encierra grandes privilegios. Nuestro verdadero disfrute, nuestro más profundo deleite, son esas bendiciones espirituales de las que Pablo habla en esta carta y al pensamiento que nos traslada el salmista, y que Dios nos ha concedido libremente en Cristo. Él controla todas las cosas para nuestro bien, y nos gozamos en la esperanza ciertísima de la vida eterna. En otras palabras, aunque no hemos llegado al cielo, ya comenzamos a disfrutar un anticipo de él, y si Dios nos da bendición material o prosperidad económica, ¡Alabado sea Él!.

Rubén Pelegrina

lunes, 5 de marzo de 2012

Salmo 144 Oración pidiendo socorro y prosperidad

Salmos 144: 1 Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra;

Comentario:

Muchas veces hemos cantado este salmo y otras tantas lo hemos usado para dar pláticas, pero ahora nos preocupa saber qué es lo que Dios desea transmitirnos en forma rema de la Palabra logos, o sea una palabra susurrada al oído de cada lector (rema, 2° Pedro 1:21) del contenido de la Palabra (logos). Si Dios me da una escritura se llama rema. Las Escrituras pueden ser logos si las observamos simplemente como contenido, y si las observamos como una revelación de Dios, se les puede decir rema. Por eso la importancia que cada uno de nosotros ponga en interpretar lo que Dios está hablando por medio de la Palabra escrita a nuestro corazón. Porque podemos leer como simple información (logos) o con el puro deseo que Dios nos hable personalmente (rema).
Para esto comenzaremos con el primer párrafo de David.
V.1 “Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra”.  David era un excelente guerrero, mas pone toda su confianza en el maestro que lo adiestró. Y nos transmite esto como parábola para enseñarnos verdades eternas, donde refleja la intimidad que tenía él, en que Dios le daría la victoria en la batalla que era necesaria para preservar al pueblo escogido. La forma de mostrarnos esto es a manera de entrenamiento.
¿Cómo funcionó el entrenamiento del más famoso cuerpo del ejército de EE.UU. de los marines, adiestrados para colarse tras las líneas enemigas durante la II Guerra Mundial?
Debían completar 3 ejercicios y 50 abdominales y luego correr 5 kilómetros en menos de 28 minutos. Entonces ahora estaban preparados, si cumplían los 28 minutos, podrían llevar un arma.
Dios diseñó un programa que combina las técnicas más modernas de entrenamiento espiritual para cada uno de nosotros,  y los últimos descubrimientos en preparación física con los rigores de la guerra moderna que todos enfrentamos contra las potestades y enemigos, para que resultemos victoriosos. Nos permite tener pruebas de esfuerzo para descubrir nuestra paciencia, pérdidas materiales para medir la confianza en las cosas terrenales, enfermedades para probar el grado de consolación que podemos poseer, trastornos familiares para descubrir si estamos listos para el consejo, etc.
“Bendito sea el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para la guerra, mis dedos para la batalla”. (V. BAD)
Que esta metáfora nos sirva para mostrarnos la grandeza de Dios y su cuidado sobre nosotros durante el entrenamiento.

Rubén Pelegrina

viernes, 2 de marzo de 2012

Salmos 143 Pedido de rescate y dirección (3° Parte)

Salmos 143:6-12 Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah
7  Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu; no escondas de mí tu rostro, no venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.
8  Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma.
9  Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio.
10  Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
11  Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás; por tu justicia sacarás mi alma de angustia.
12  Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos, y destruirás a todos los adversarios de mi alma, porque yo soy tu siervo.

Comentario:

V.6 Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah
El sediento es una escultura en mármol, rodeada por una fuente, que representa a un joven que calma su sed bebiendo agua que emana de una roca. Lo interesante de esta imagen es que el sediento siempre está bebiendo y la roca siempre está dando agua.  Cristo es la Roca representativa y nosotros somos los sedientos que siempre está dando el agua que puede fluir en nuestro interior como ríos de agua viva, y la figura que nos transmite el salmista es la de una tierra que necesita de lluvia, así como su espíritu anhelaba la comunión y la gracia de Dios. Esta imagen se agiganta cuando la contrastamos con los bienes pasados que él tenía, todo el bienestar y tranquilidad pastoril, cuando muy de vez en cuando tenía que ahuyentar algún lobo que viniera tras sus ovejas. Ahora su vida ha cambiado y está bajo el yugo de muchos problemas que le secan el alma por lo que desmaya en su espíritu y se compara como tierra seca. Imaginemos que existe un terreno que antes era un bosque que fue deforestado, que ahora no es más que un terreno pobre sin mucha utilidad productiva, y que permaneciendo así poco a poco se va erosionando por el cambio de las condiciones climáticas del lugar hasta quedar como tierra seca y quebrada. Muchos de nosotros hemos experimentado en algún pasaje de nuestra vida algo parecido, ¿qué hicimos? Ahora descubramos cómo respondió el salmista.
V.7  “Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu; no escondas de  Traducido por la Biblia al Día es: “Respóndeme pronto, Señor, que el aliento se me escapa. No escondas de mí tu rostro, o seré como los que bajan a la fosa”. El ánimo se le agotaba, estaba perdiendo la esperanza, lo apresaba un temor paralizante y una honda depresión. En ocasiones, nos sentimos iguales, en una depresión que con el paso del tiempo se va haciendo más aguda y no podemos salir de ella. En esos momentos, podemos ir ante el Señor y, al igual que David y expresarle nuestros verdaderos sentimientos. Entonces Él nos ayudará a recordar sus obras.
Vs. 8-9  “Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma. Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio”. De esta manera aprendemos a confiar en El y a decidir hacer su voluntad (10).v.
V.10  “Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud”. Aprendemos que debemos orar que Dios nos enseñe a hacer Su voluntad y no hacer la nuestra propia. Cuando un creyente conoce la gloria de hacer la perfecta voluntad del Señor, él la aceptara con gozo y esperanza! Aceptar significa, “tomar, como en los brazos”, presionando a nuestro pecho como en una expresión de amor y afecto, lo que nos vivificará y disipará a los enemigos quedando todos ellos destruidos. (Vs.11-12)
Para hacer Su perfecta voluntad aprendamos del Maestro, Cristo le dijo a sus discípulos: “… porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió.” (Juan 5:30). “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió y que acabe su obra.” (4:34). “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (6:38).
Aprendimos entonces en este salmo tres verdades importantes de cómo agradar a Dios y hacer su voluntad:
1. Pedir de una manera clara, con autoridad y con un profundo deseo y respeto.
2. Orar sintiendo el peso del pecado, sin quejas. Con una oración confiada.
3. Comparar nuestro corazón con tierra seca estando ansiosos de recibir las lluvias de bendición divina.

Rubén Pelegrina

jueves, 1 de marzo de 2012

Salmos 143:2-5 Pedido de rescate y dirección (2°Parte)


2  Y no entres en juicio con tu siervo; porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.
3  Porque ha perseguido el enemigo mi alma; ha postrado en tierra mi vida; me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.
4  Y mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón.
5  Me acordé de los días antiguos; meditaba en todas tus obras; reflexionaba en las obras de tus manos.

Comentario:

La primera característica que descubrimos en la forma de orar de David de acuerdo a la voluntad de Dios es mencionando el ruego a Él de una manera clara y como se merece en nuestra manera de solicitar, haciéndolo con autoridad, con un profundo deseo y mucho respeto.
v.2) Lo segundo que descubrimos es emocionante y me encanta. David se considera a sí mismo que no es para nada un inocente y arguye algo así como esto: Señor, no hay ninguno “inocente” entre los hombres y menos yo, así que te pido que no entres en juicio conmigo a pesar de lo malo que soy.  
Me encanta porque  ¿qué persona por más que desee cumplir la voluntad de Dios, se considera a sí mismo de esta manera? O digámoslo de otra forma, ¿quién se atreve a orar así?
En los siguientes versículos, si fuera yo, no lo hubiera escrito así posiblemente, sino quizás haciéndome un poco más la víctima o demostrando cuánto sufrí por cumplir la voluntad de Dios, en cambio David dice: Ya ves cómo el enemigo ha perseguido mi alma; abatida tiene hasta el suelo mi vida. Me ha confinado en lugares tenebrosos, como a los que murieron hace ya un siglo. Mi espíritu padece terribles angustias; está mi corazón en continua zozobra”. (Vs. 2-3 Versión PDT). Ésta es una confesión más que una queja, donde expresa sentirse privado de las comodidades de la vida que él pudiera tener y no tiene lo que otros poseen y él no posee. ¿No es verdad que en vez de orar diciéndole a Dios una confesión, más bien puede ser que nos quejemos?
V.5) Aquí comienza a recordar el pasado, lo que lo motiva a una oración confiada. Desfila por su mente el recuerdo agradable. Recordar nuestro pasado con frecuencia nos causa tristeza o nos hace sentir lástima por nosotros mismos; el salmista recuerda las obras de Dios y todo lo que hicieron sus manos: montes, lagos, ríos, nubes, pájaros, peces, hombres… Hoy estuve meditando en el momento en que yo no existía, y mientras hablaba con una anciana de setenta y cinco años, diciéndole de la grandeza de Dios cuando unió un espermatozoide con un óvulo en el vientre de mi madre y que de la nada o de esa minúscula unión salí yo, pudimos reconocer que la grandeza de Dios es extrema. Cuando yo no era nadie, ahora soy alguien que está escribiendo. ¡Qué maravilla!
Bien hacemos en admirar las obras de Dios, en confesar su grandeza y orar con ese pensamiento para no incurrir en quejas que de nada aprovechan o en reclamos que para nada sirven porque Dios conoce nuestro pensamiento aún antes que ellos afloren a nuestro cerebro.

Rubén Pelegrina