viernes, 22 de abril de 2011

Salmo 119 La excelencia de la Palabra de Dios (5° Parte)

Salmos 119:33-40  Enséñame, oh Jehová, el camino de tus estatutos,  y lo guardaré hasta el fin.
34  Dame entendimiento, y guardaré tu ley, y la cumpliré de todo corazón.
35  Guíame por la senda de tus mandamientos, porque en ella tengo mi voluntad.
36  Inclina mi corazón a tus testimonios,  y no a la avaricia.
37  Aparta mis ojos, que no vean la vanidad; avívame en tu camino.
38  Confirma tu palabra a tu siervo, que te teme.
39  Quita de mí el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios.
40  He aquí yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.          He

Comentario:
Continúa en un ruego por sí mismo deseando con anhelo guardar Su palabra y aplicársela a sí mismo.
Pide que Dios le enseñe Sus estatutos que por lo general, son una forma de derecho propio. En Deuteronomio 6:1 Cuando Moisés sube al Sinaí, Dios le muestra el propósito de la ley y los mandamientos. Y él le dice al pueblo: éstos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados”.
Dios pone su Espíritu dentro de nosotros haciendo que andemos en sus estatutos y nosotros debemos guardarlos como derecho propio, teniéndolos a mano siempre para cumplirlos y para que nuestros días se prolonguen.
Dios permitirá en algún momento de nuestra vida que venga la prueba, teniendo dos opciones: quejarnos y murmurar o saber que Dios tiene un propósito en nuestra vida en el momento de la prueba; si guardamos sus estatutos seremos como árbol plantado junto a corrientes de aguas (Sal.1:1-3), teniendo la capacidad de salir victorioso, como lo hizo nuestro Señor Jesucristo cuando fue puesto a prueba en el desierto (Mt. 4:1-11).
Vs. 33-35  “Dame entendimiento, y guardaré tu ley” El salmista pide entendimiento, para guardar la ley. Primero hay que entenderla para guardarla cabalmente. Además él, necesita la guía de Dios (v. 35), pues seguir este camino en medio de un mundo hostil a Dios, requiere más que la sabiduría y todos los esfuerzos que humanamente podamos hacer, se necesita a Dios mismo guiando.
Vs. 36-37 Pide tener un pacto con su corazón y con sus ojos para no pecar con ganancias deshonestas o miradas impropias. En el mundo en que vivimos, la gente muy a menudo codicia las ganancias económicas. El dinero representa poder, influencia y éxito y para muchos el dinero es su dios y no piensan en otra cosa y harían casi cualquier cosa para obtenerlo. Pero mucho más valiosa que la riqueza es la obediencia a Dios, debido a que es más un tesoro celestial que uno terrenal (Luc.12:33).
No se preocupe por todas estas cosas que a la gente le roban el sueño, debemos hacer lo que Dios quiere a pesar de las implicaciones financieras. Haga suya la oración del salmista, pídale a Dios que lo ayude a preferir la obediencia antes que el dinero, a la larga será para su propio beneficio.

Rubén Pelegrina

domingo, 10 de abril de 2011

Salmo 119 La excelencia de la Palabra de Dios (4° Parte)

Salmos 119:25-32  Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra.
26  Te he manifestado mis caminos, y me has respondido; enséñame tus estatutos.
27  Hazme entender el camino de tus mandamientos, para que medite en tus maravillas.
28  Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra.
29  Aparta de mí el camino de la mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley.
30  Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.
31  Me he apegado a tus testimonios; oh Jehová, no me avergüences.
32  Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.  Dálet

Comentario:
Lo interesante de la Palabra de Dios es que puede actuar en cada situación de la vida, en cada momento y circunstancia. A diferencia, un médico cirujano solo puede hacerlo en su especialidad, un mecánico de aviones solo puede dar soluciones a dichos aparatos.
Si el salmista se sentía como forastero, como en párrafo anterior, la Palabra de Dios le daba la valentía, si estaba deprimido como en el pasaje actual, se sometía a Dios y Él lo reavivaría con sus promesas, y lo induciría a declarar su misericordia a otros.
V.25  “Abatida hasta el polvo está mi alma; vivifícame según tu palabra”. Siente mucha impotencia para superar el dolor y ahogado en el polvo de la muerte pide auxilio a Dios, quien vivifica. Podemos decir que la vida de Dios es la cura para todos nuestros males. Si superamos esa barrera podremos aceptar las demás cosas como parte del diario caminar.
Vs. 26-27  “Te he manifestado mis caminos”. Al transitar por la vida como si fuera un camino que parte desde un punto y se dirige hacia otro, el salmista declara que Dios le respondió cuando le habló confesando sus caminos, ahora, le dice: “enséñame tus normas y házmelas entender”. Está verdaderamente arrepentido por su culpa, y quiere obtener el perdón total, y se encuentra ansioso por evitar ofender otra vez,  por lo tanto, ruega a Dios que le enseñe la obediencia.
La confesión abierta es algo bueno para el alma. Nada trae más facilidad y más vida a un hombre que un franco reconocimiento del mal que le ha causado tristeza y letargo en su propia vida.
V. 28  “Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra”. Él siente que se está diluyendo en lágrimas. La fuerza sólida de su constitución física se le estaba convirtiendo en líquido como si fuera introducido en un horno para ser fundido por el calor de sus aflicciones. La pesadez de corazón y la cantidad de amenazas que siente, podían convertir su vida en una larga muerte, como si fuera un goteo permanente de dolor. Las lágrimas son la destilación del corazón, cuando un hombre llora, siente que se consume su alma. Algunos de nosotros sabemos lo que significa ese gran peso, ya que se han puesto bajo nuestra vida una y otra vez, y con frecuencia nos hemos sentido como el agua al ser derramada en el piso, y que nunca más se reunirían en nuestro cuerpo.
Vs. 29-30 “Aparta de mí el camino de la mentira”. La mentira a la que se refiere, involucra varias formas de mentir, que es el camino del pecado, el error, la idolatría, la locura, la justicia propia, el formalismo, la hipocresía. El salmista no puede soportar tener todo esto cerca de él, por lo que ha decidido seguir el camino de la fidelidad y elegido sus enseñanzas.
Vs 31-32 “Me he apegado a tus testimonios… por el camino de tus mandamientos correré” El amor y la obediencia a Dios se aferraron a su corazón de tal manera y de por vida que no podrían ser excluidos de sí mismo aún por los reproches de quienes despreciaban el camino del Señor.
Con una energía renovada y un celo propio de Dios, promete que va a correr por el camino de la obediencia y de los mandamientos de Dios.

Rubén Pelegrina