viernes, 27 de julio de 2012


Jonás 1: 10-12 ¿Por qué huimos de Dios?

V.10  Y aquellos hombres temieron sobremanera, y le dijeron: ¿Por qué has hecho esto? Porque ellos sabían que huía de la presencia de Jehová, pues él se lo había declarado.
V.11  Y le dijeron: ¿Qué haremos contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar se iba embraveciendo más y más.
V.12  El les respondió: Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros.

Comentario:
El hombre que se siente culpable huye, pero cuando se trata de huir de Dios, esto es un poco pueril, no tiene sentido, no lo entiendo. Dice un texto: “A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” Sal. 139:7
La gran pregunta sería: ¿Cómo sabemos cuándo huir y cuándo seguir y pelear? ¿Cuándo es el “huir” un acto de cobardía? Nehemías de carácter firme nos dice:“¿Un hombre como yo ha de huir?” (Neh. 6:11).
Llegamos a la primera conclusión, el débil huye, el fuerte sigue y enfrenta. Si comparamos la actitud de Jonás con la de Nehemías podemos concluir que Jonás se sentía débil. La debilidad nos invade cuando estamos sin alimentos. La Palabra de Dios es el alimento necesario para enfrentar las pruebas y los trabajos de la vida.
Pero la Biblia habla también del “huir” a veces como conducta apropiada. “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra” (Mateo 10:23), “Pero cuando los judíos y los gentiles … se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos … huyeron a Listra y Derbe”. (Hechos 14:5-6).
Entonces podemos concluir que se puede huir en forma sana y huir en forma enferma. Una persona sin alimento está enferma y débil, sujeta a la invasión del temor, de las tentaciones, de la cobardía y de la desobediencia.
Jonás fue identificado como el culpable y fuertemente interrogado en un esfuerzo por determinar la razón de su mala fortuna. En su defensa, Jonás admitió que estaba tratando de ser desobediente a su Dios- huyendo de Él- y los marineros estuvieron en desacuerdo con él. Entonces ellos le preguntaron qué podía hacer él para revertir la situación y calmar el mal tiempo.
¿Podemos hacer algo para calmar el azote de lo que acontece cuando desobedecemos? Claro que sí, obedecer! Muchas veces Dios nos indica que debemos actuar de determinada manera y lo sabemos porque lo leímos muchas veces en Su Palabra, o hacer las cosas correctas como nos enseñaron los líderes y Pastores de la iglesia, pero actuamos con soberbia y después fracasamos. Me ha pasado en ocasiones que actué impulsado por mi carne y habiendo cometido antes el mismo error, lo volví a hacer y cuando se comete el mismo error dos veces, ya no es error, sino una elección.
Jonás viendo a los marineros alborotados, al viento enojado con el mar y al Capitán enfurecido, decide algo así como suicidarse; Jonás no sabía que un pez lo salvaría, tampoco hubiese querido salvarse porque la conciencia lo atormentaba, entonces dice: “Échenme al mar”, no estaba tranquilo porque no descansó en Dios e intentó lo más fácil, escapar totalmente de Él y de la vida. Pero había una sorpresa, Dios lo necesitaba…
¿Estás huyendo? Vuélvete, descansa en Dios y sigue adelante! No es huir, sino seguir.
Rubén Pelegrina

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