jueves, 28 de junio de 2012


Jonás 1:6 Jonás debía clamar a Dios

V.6  Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.

Comentario:
Esta mañana cuando me levanté escuché un sermón desde El Salvador y el pastor tomaba como texto base a Jeremías 33:3 “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” No creo en las coincidencias, sino en las Diosidencias. Cuando Dios quiere comunicar algo al pueblo suyo, permite que las cosas coincidan. La frase de hoy es: “levántate, y clama a tu Dios” es enigmática porque no sabemos clamar. Cuando clamamos Él responde. No debemos desmayar, continuar esforzándonos y ser muy valientes; esa es la propuesta para hoy aunque el texto nos está mostrando a un cobarde.
Dios responde las oraciones cuando clamamos creyendo y orando de acuerdo a la Palabra. 
El capitán del barco tuvo que bajar hasta la recámara donde Jonás dormía plácidamente y pedirle que clamara a Dios para que se calmara la tempestad. La oración es como la electricidad, puede llegar inmediatamente a la luz divina y permitir que veamos lo que no vemos, porque Dios es luz y a nosotros nos mandó ser luces en medio de un mundo en tinieblas. Jonás estaba perdiendo el tiempo, huyendo de Dios y provocando una catástrofe. ¡Claro que debía clamar! El clamor es con voz audible, se realiza casi a gritos, o llorando, suplicando a Dios y que ángeles y demonios oigan, eso no interesa. El clamor llega a Dios desde un corazón arrepentido y deseoso de una respuesta inmediata.
Yo no sé cuál es tu situación hoy, ni como se encuentra tu familia, los hijos, pero trae tus peticiones al altar de oración con todas tus necesidades. 
Tú, quizás no lo sabes, pero tienes el mayor medio que hay en este mundo, que es el de orar a Nuestro Padre celestial y el clamor para el alma que ya no aguanta más.  No mires las circunstancias, ni las adversidades que te acontecen, solo clama a Dios y él responderá, esa es la promesa.
Leamos lo que dice la Palabra de Dios en el libro de Apocalipsis 8:3-4 “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.  De la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo de incienso con las oraciones de los santos.” Nos enseñaba el pastor de la iglesia donde concurro que Dios cuando nosotros oramos la oración que él haría, le agrega incienso, de hecho, el incienso fue y es considerado símbolo de la oración. Así, las oraciones llegan a Dios nuestro Padre como incienso fragante y él se dispone a agregar más incienso.
La segunda lección que podemos extraer del texto es que Dios tiene muchas maneras para sacar a la luz los pecados y pecadores ocultos, y hacer manifiesta y pública esa necedad que se pensaba oculta de los ojos de los hombres. Jonás fue descubierto y lo estudiaremos en el próximo comentario.
Rubén Pelegrina




viernes, 22 de junio de 2012



Jonás 1:5 El pecado es un traicionero

V.5  Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.

Comentario:
Nos vamos a concentrar un momento en la frase: “Y los marineros tuvieron miedo”. Un marinero está muy acostumbrado al mar y adiestrado para todo tipo de situaciones, pero en esta ocasión Dios estaba provocando algo diferente a lo acostumbrado. La causa era que Jonás estaba desobedeciendo y esta desobediencia complicaba la vida de toda la tripulación, porque él ahí estaba y traicionaba a todos, denunciando que algo andaba mal. Una simple desobediencia de un integrante del navío hizo que todos sufrieran las consecuencias.
Rom. 5:19  “Porque así como por la desobediencia de un hombre (Adán) los muchos fueron constituidos pecadores”.
Sin duda alguna el miedo de los marineros era por falta de fe, y la falta de fe lleva directamente a perder el sentido de la vida y a veces hasta la vida misma. El miedo es algo que todos llevamos por dentro, algo normal que si quisiéramos podríamos exterminar y desaparecer, pero el miedo de los marineros estaba desplegado por lo sobrenatural.  Y no deseo que confundamos entre dos miedos, algo muy común entre la gente es confundirlos. Uno es aquel miedo que nos da al ver una película o al estar solo en un lugar peligroso, o escuchar ruidos raros o ladridos de perros a la madrugada. El otro miedo es el que nos provocan situaciones similares a la de los marineros, lo sobrenatural, cuando todo se nos escapa de las manos y ya no podemos hacer nada. Por ejemplo una tempestad en el mar, una tormenta, inundación, huracán o cualquier fenómeno de la naturaleza. En esos momentos un creyente fiel puede sentir la firmeza de la Roca donde está construyendo su casa y no sentir miedo. Todos podemos poner ladrillos sobre la Roca que es Cristo o ponerlos sobre la arena y sentir miedo. “Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca.
Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena.
Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa, y ésta se derrumbó, y grande fue su ruina”. (Mat 7: 24-27)
Cada marinero clamaba a su dios, un dios mudo y ciego que no podía hacerse cargo de la situación, me recuerda a los 450 profetas de Baal (1° Reyes 18: 20-29). Entonces tuvieron que aligerar la carga del navío para no perecer, tirando los víveres y enseres al agua.
Como no se solucionó el problema, presintieron que alguien ahí con ellos, estaba cargado de pecado y no le erraron. Es que así pasa con el pecador, los demás lo perciben, no se puede esconder y no se puede escapar; el pecado es un traicionero.
Manejemos nuestra vida de manera tal que el pecado no nos traicione, porque éste no existe.
Rubén Pelegrina 

jueves, 21 de junio de 2012


Jonás 1: 4 Tres cosas indispensables para la obediencia y el servicio.

4  Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.

Comentario:
En el estudio anterior analizamos por qué Jonás se fue lejos de la presencia de Jehová rumbo a Tarsis en desobediencia.
Jonás no tenía un ojo sencillo, ni un corazón de niño que acepta con simpleza las cosas, ni una disposición absoluta. Tres cosas indispensables para la obediencia.
El ojo nos permite ver la necesidad, el corazón nos impulsa a amar y la disposición nos induce a trabajar. Son preciosos dones de Dios para el servicio y si uno de estos engranajes falla, el vehículo no se mueve o se mueve mal. Todos los creyentes podrían y deberían poseer estas virtudes, pero desgraciadamente las encontramos raramente entre los hijos de Dios. El deseo de poder, la razón y la voluntad propia, juegan habitualmente un gran papel y el ojo de la fe es turbado, la mirada se oscurece, el corazón es incapaz de comprender los caminos de Dios para amar a los perdidos, y la voluntad se centra en nosotros mismos.
Si en las circunstancias diarias, viéramos solamente que el hacer la voluntad de Dios nos permite ser más aceptados y bendecidos, teniendo un corazón dispuesto hacia lo espiritual y una mirada con el pensamiento que si no evangelizamos los estamos mandando al infierno, obedeceríamos con mayor disposición.
Es incomprensible que muchos cristianos no experimenten a Dios diariamente, no lo sienten y viven una vida absorta en ellos mismos, buscando profesionalizarse más, mejorar su relación con su trabajo secular, buscar la prosperidad o tomar distracciones mundanas para “relajarse”. Después se quejan que Dios está lejano y no contesta sus oraciones. Ni hablemos de aquellos que dejaron de leer la Biblia, de orar sin cesar, de estudiar la Palabra y meditar en ella. Conozco gente que poco a poco fue dejando estas buenas y sanas costumbres y ahora les veo tambalear, ir a los médicos periódicamente buscando salud, poniendo propaganda de sus servicios en distintos lugares porque ya su profesión no les asegura un jornal digno, viven enojados y gritando en la casa. Y todo se debe a que un día copiaron el mal ejemplo de Jonás, tomaron una nave para Tarsis descendiendo a Jope. Y es que inmediatamente Dios hace levantar un gran viento en el mar de su vida, y hay una tempestad tan grande que la nave se parte en mil pedazos. 
En la Biblia descender es descender y ascender es ascender. ¿En cuál camino te encuentras hoy, ascenso o descenso?
La desobediencia de Jonás puso en peligro la vida de toda la tripulación del barco. Tenemos la gran responsabilidad de obedecer la Palabra de Dios porque nuestros pecados y desobediencias pueden poner en peligro a los que nos rodean. Podemos afectar la vida de nuestros hijos, padres, esposos y aún de los hermanos de la iglesia que un día pusieron la mirada en nosotros. ¿Cómo nos defenderemos si nos descarriamos a propósito? ¿Cuáles serán las excusas ante Dios? El juez es juez y un día cada uno rendirá cuentas ante él. No podemos ser tan necios de persistir en el pecado olvidando los buenos tiempos con Dios, cuando hacíamos estudios regulares de Su Palabra, cuando hablábamos con él en el camino y fuera del camino, cuando realizábamos devocionales con nuestros hijos y en el hogar se levantaba un altar a Dios. Concluyo con el Salmo 127: 1-2 “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño”.

Rubén Pelegrina



Jonás 1 ¿Por qué nos cuesta tanto obedecer?

Jonás 1:3  Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

Comentario:
¿Por qué es tan difícil obedecer? Muchos sabemos por experiencia que la obediencia nos prepara un futuro mejor, muchos ya han aprendido de la obediencia pero vuelven a caer en lo mismo. ¿Has reflexionado sobre esto? Jonás estuvo dispuesto a pagar más de su bolsillo en vez de obedecer, quiso estar lejos de la presencia de Dios en vez de preferir estar cerca.
El mejor ejemplo que tenemos en la historia de obediencia es el de Jesús. Su obediencia fue tan admirable e impactó tanto al mundo que la historia se divide en antes y después de Él.
A partir de Abel y Caín, la historia está compuesta por dos tipos de personas, los que se conocen por lo que lograron y los que son conocidos porque no provocaron ningún cambio.  
El Señor anhela cambiar tu vida y formarte para que seas de bendición donde te encuentres. El caso de Jonás nos acerca al pensamiento que deseo que tengamos en este momento de lectura.
Dios le había hablado al oído a Jonás con un mensaje de 20 palabras para que se levante y vaya a Nínive a decir públicamente solo 8 palabras (Jonás 3:4). Muchas veces Dios es breve con nosotros y desea que seamos breves pero que cumplamos.
La gran pregunta es ¿por qué nos cuesta tanto obedecer? Todos tenemos la misma oportunidad de marcar la historia y nuestro reto debería ser figurar en ella, si existiera la posibilidad de escribir una segunda parte. Yo anhelo ser recordado por contribuir en algo al crecimiento de mis lectores. Todos seremos conocidos y recordados por lo que hagamos o dejemos de hacer.  Abraham es identificado como el Padre  de la fe y a Moisés se le conoce como El Libertador.
A José como el que venció la tentación y a Sansón como el que no pudo vencerla.
Hoy tuve una experiencia en mi casa con uno de mis hijos, ambos debían levantarse temprano, pero uno de ellos dejó pasar más de una hora y no quiso obedecer. Nuevamente la gran pregunta surge en nuestra mente: ¿por qué es tan difícil obedecer? No nos gustan las normas, las órdenes y los quehaceres.
Una primera cosa porque desobedecemos es porque no tenemos fe y no creemos en la fidelidad del Señor, que cuando Dios dice también hace. Debemos creerle para ver maravillas.
Otro punto es que muchas veces hemos sufrido algún rechazo que nos descalifica, menosprecia y desmotiva para lograr grandes obras para Dios. Personalmente puedo dar testimonio de ello, y debemos saber que el Señor tiene misericordia de aquellos que amamos Su nombre.  
Una tercera causa es cuando algo se activa en nuestra existencia y comenzamos a alejarnos de Dios, dejando entrar al Maligno. Entonces la presencia de Dios ya no es evidente en todo lo que hacemos. Para buscarlo y tener un reencuentro no necesitamos ir a un centro de encuentros, cosa que estoy en pleno desacuerdo, la Biblia es clara cuando dice que cerremos la puerta y busquemos estar a solas ante Su presencia.
Una última causa que escribo, porque hay más por la que desobedecemos, es porque las órdenes nos parecen ridículas. Noé por ejemplo ejecutó órdenes que incluso parecían risibles. Dios le pidió que fabricara un barco, cuando nunca había llovido sobre la tierra porque ésta se regaba por un vapor que emanaba de ella. Entonces creer que caería agua del cielo era difícil, sin embargo Noé creyó y obedeció.  La humildad para escuchar y ejecutar las órdenes de Dios trae retribuciones.
Lo podemos ver en partes de nuestra propia vida, que cuando obedecimos fuimos recompensados.
Rubén Pelegrina

Jonás 1: 2  Un mensaje que entregar

Jonás 1:2  Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.

Continuamos esta vez con enseñanzas nuevas. Lo que se escribe en el libro de Jonás, nos lo narra el profeta Nahúm con mayor información. El libro de Nahúm fue escrito un siglo y medio antes que Jonás, y nos dice que Nínive había caído en pecados como (1) tener pensamientos malos contra Dios (Nahúm 1:9), (2) explotar al indefenso (2:12), (3) ser inhumano en la guerra (2:12-13), (4) adorar ídolos, prostituirse y practicar la brujería (3:4) y lo más grandioso: ¡Dios seguía con el pensamiento del principio, quería salvarlos!
Dios fue demasiado paciente con ellos y aguantó más de cien años estas perversidades. Característica de Dios es la paciencia, pero no debemos nosotros abusar de ella o creer que Él no sabe o conoce nuestro corazón, porque Dios es implacable cuando finalmente juzga.
Dios le dijo a Jonás que fuera a Nínive, como ochocientos kilómetros al nordeste de Israel, a advertirles del inminente castigo y a declarar que podían tener la misericordia y el perdón de Dios si se arrepentían. Dios le dijo a Jonás que predicara en Nínive, que diera un sermón callejero y popular, que caminara anunciando el mensaje. Es muy posible que nosotros no tengamos que caminar para hacerlo, quizás Dios pone una sola persona a nuestro lado para decirle el plan de salvación, que Dios le ama. No tenemos que caminar ni desplazarnos 800 kilómetros, no tenemos más que abrir nuestra boca y contar el testimonio personal. Dios no quiere muchas palabras, solo lo que sabemos. Jonás tenía que caminar tres días y solo repetir ocho palabras: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4)
¿Qué ha puesto Dios en tus manos y en tu boca? ¿Una vara como la de Moisés? ¿cinco panes y dos peces como el amigo de Andrés? ¿Un mensaje de ocho palabras? ¡Quién sabe! Posiblemente sea otra cosa, pero Dios la usará si tú te dejas.
Jonás cuando habló, no habló mucho de la maldad de Nínive, sino de lo que les pasaría, nada más que lo que Dios le dijo él tuvo que decir.
Cuando leemos en el texto que Jonás tenía una simple misión de evangelizar, mi observación general con respecto al mensaje de Dios a Jonás es que tenemos que aprender que es más difícil para Dios asegurar que sus hijos obedezcan que salvar al mundo. Vamos a estudiar minuciosamente todo lo que aconteció antes que Dios salvara al pueblo, fue muy difícil para Dios lograr que Jonás obedeciera, que lo que al final hizo con Nínive. Saber esto, nos permitirá tener un trampolín para llegar al destino y objetivo del libro.
Levántate de tu letargo y evangeliza ahora mismo, es mensaje de Dios.
Rubén Pelegrina


Jonás 1    Jonás huye

Jonás 1:1-3 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

Comentario:
Leemos aquí el comienzo de un relato narrativo de la misión que le es encargada a Jonás. La primera lección para nosotros surge de aquí precisamente de las primeras palabras: Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo”.
 A Jonás se le estaba entregando una misión, una tarea por hacer, ya que él tenía la capacidad física y espiritual para la encomienda divina.
Todos tenemos una misión en el mundo, sea delegada por Dios o aparejada por nosotros mismos con los compromisos de la vida. Unos tienen que cuidar de sus hijos y velar por su familia, sus padres o abuelos etc.  Pero es triste ver que a muchos esto no les importa, son capaces de dejar el hogar e irse con otra persona o quedar viviendo solos para “hacer su vida” como ellos dicen, abandonando hijos, esposos, padres o familiares muy queridos. Otros abandonan el estudio, el trabajo y lo normal de una vida para dedicarse a hacer nada o a los vicios y a una vida placentera que conduce a un triste final. Desgraciadamente toda persona que abandona su misión y compromiso en la tierra, será recompensada de acuerdo a sus hechos y en la vida eterna, dado el caso de un cristiano, un día se tendrá que inclinar ante el Juez y rendirle cuentas, avergonzándose y no recibir la recompensa de haber sido fiel. Porque Dios hará pasar y dirá: “bien buen siervo y fiel” o “mal siervo… te encargué una misión y no cumpliste” (Mateo 25:21). Dios tiene su balanza preparada y es preciso que nosotros inclinemos esa balanza hacia el lado correcto.
Nínive, la ciudad de la misión para Jonás, era la metrópoli más importante de Asiria y pronto sería la capital del inmenso imperio asirio. Pero Nínive era también una ciudad perversa. Dios le estaba enviando a Jonás a una ciudad perversa, su misión era difícil, pero tenía todo el apoyo y sostén divino. De la boca de Dios salía la encomienda.
Jonás, que aborrecía a los poderosos y malvados asirios, recibió un llamado de Dios a advertir a los asirios que serían castigados si no se arrepentían.
Jonás en un comienzo parece que se levantó para ir rumbo a Nínive, pero en el camino su mente se descolocó y tentado por la comodidad, el miedo o la desobediencia, no quiso ir a Nínive, y trató de huir de Dios. Pero Dios tiene formas de enseñarnos a obedecerlo y seguirlo. Más adelante y después de duras experiencias cuando Jonás predicó, porque al fin tuvo que hacerlo, la ciudad se arrepintió y Dios retuvo el castigo. Aun los más perversos pueden salvarse si de veras se arrepienten y se vuelven a Dios.
El libro de Jonás, a pesar de su popularidad, es un gran desconocido, incluso dentro de la cristiandad. Muchas personas en el mundo asocian a Jonás con su permanencia durante tres días dentro del “gran pez”, popularmente conocido como una “ballena”, pero la verdad es que este libro está sobrecargado de enseñanza que no debemos desperdiciar. Continuaremos mañana con esta parte introductoria. La lección de hoy es que todos tenemos una misión, debemos descubrirla, oírla, cubrirla y obedecerla, si no lo hacemos, observaremos las consecuencias.

Rubén Pelegrina


EL PROFETA JONÁS

2° Pedro 1:19-21  “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”.

Comentario:

El libro de Jonás es el cuarto comentario que realizo, mi experiencia en este trabajo me ha desafiado de diferentes maneras y la pregunta ahora es ¿por qué el libro de Jonás?
Habiendo comentado un evangelio (Juan), una carta pastoral (Filipenses) y un libro poético, que fue el más largo de todos por ser Salmos, he decidido por uno profético histórico que describe a través de un escritor desconocido la gran preocupación universal de Dios por el hombre. Dios está preocupado por usted y por mí. Sí, éste es el mensaje de fondo, y se desprenden de la enseñanza del libro muchas lecciones sorprendentes y cautivadoras. La naturaleza, el carácter de un hombre, la misericordia de Dios y detalles desmenuzados, nos hablan intensamente del carácter de Dios. El Dios que se preocupa por el hombre, el Eterno que se ocupa del hombre y el Soberano que le prepara un destino al hombre. En todos los casos podemos observar al Creador atento a nosotros los que sufrimos, los que muchas veces nos olvidamos de él y entre todos, estamos también aquellos que sobrellevamos cargas pesadas y que lloramos, que reímos y que a pesar de todo también le amamos.
A todos está dirigido el mensaje hermoso que contiene este pequeño pero sustancioso libro.
Este relato biográfico fue además usado por el mismo Jesús en el Nuevo Testamento, en Mateo 12: 39-40 y Lucas 11: 29-30, para enseñar que por una humanidad que le da totalmente las espaldas a Dios, Él estaría dispuesto a dar todo por ellos, muriendo y entregando su vida para salvación.
Jonás fue una señal a los ninivitas y Jesús es señal a esta y todas las generaciones futuras. Jesús se compara con Jonás, lo que significa que el mensaje que podemos extraer del contenido es tremendamente precioso. Jonás fue el único profeta con quien Jesús se comparó de manera personal y directa.
Jonás es la inspiración para todo misionero que tiene esta visión de alcanzar el mundo y los perdidos para Dios, aquél que va a emprender la marcha por el mundo de los perdidos para mostrarles la salvación y el juicio de Dios. Jonás nos inspira a todos los que llevamos las Buenas Nuevas del evangelio, anticipándonos que hermosos son los pies de los que llevan las Buenas Nuevas del Evangelio.
Cuando leemos a este profeta, nuestro cerebro se reacomoda, nos hace reflexionar y meditar en la importancia de anunciar el mensaje en este momento, porque de eso depende que otros alcancen la salvación y obtengan lo preciado de una silla en el reino con Dios. De ello depende el pronto regreso de Cristo para trasladar a la iglesia al lugar preparado.
Es Jonás el que a través de imágenes muy llamativas nos muestra lo que tiene que sufrir un mensajero desobediente, pero que también nos revela la gloria del mensajero obediente.
Los contrastes en el libro son sorprendentes, mientras Jonás le dice a Dios que sí en el comienzo, levantándose en vez de quedarse, lo que nos muestra que su primer intento fue obedecer, al cabo de unos pocos minutos está desobedeciendo y huyendo para Jope el lado opuesto.
Mientras Jonás duerme plácidamente en el interior y parte baja de la nave en el exterior se debate una gran tempestad en la que todos creen que van a perder la vida.
Cuando Jonás es lanzado al mar todo se cambia a lo contrario, quienes estaban azotados por el miedo ahora encuentran paz y quien estaba tranquilo, ahora se halla de frente con la cara de la muerte que tiene cara de gran pez.
Estudiaremos muchos contrastes que serán desmenuzados con el paso de las hojas y verso a verso nos internaremos en una de las más hermosas historias que por haber sido contadas a los niños se hicieron famosas en canciones y lecciones de la Escuela Dominical.
Cada uno de mis lectores al recorrer las páginas del pequeño libro, será incentivado a extraer lecciones personales que no las puedo decidir yo porque la experiencia de vida difiere entre cada uno de nosotros.
Vayamos paso a paso y poco a poco introduciéndonos en este bosque de la profecía y rodeándonos de la exuberante vegetación de las Sagradas Escrituras.

Rubén Pelegrina