Jonás 3:4-5 La obediencia produce frutos
4 Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad,
camino de un día, y predicaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será
destruida.
5 Y los hombres de Nínive creyeron a Dios, y
proclamaron ayuno, y se vistieron de cilicio desde el mayor hasta el menor de
ellos.
Comentario:
V.4) “Y comenzó Jonás a entrar por la ciudad,
camino de un día, y predicaba”.
Desde que somos
pequeños, todos los seres humanos hemos tenido que aprender a obedecer para
obtener buenos resultados en la vida. La obediencia es una semilla que germina
a su tiempo y más tarde produce frutos.
¡Cuánto le costó a
Jonás llegar hasta este momento en que se decidió a caminar y gritar por la
ciudad el mensaje que Dios le había encomendado! Una ciudad entera dependía de
la obediencia de un hombre, Nínive sería destruida si no se arrepentían de sus
pecados. Y Jonás estaba parado en el punto de inflexión.
La obediencia mucho
depende de la dirección que lleva nuestra vida. Jonás iba en la dirección
equivocada hasta que la ballena lo tiró en el lugar correcto, con una ayuda de
Dios, Jonás se dio cuenta que caminaba y actuaba en forma equivocada.
¿Te has preguntado
por qué, muchas veces, Dios no responde tus oraciones, o por qué es que a pesar
de que intentas hacer las cosas una y otra vez, las situaciones de tu vida
siguen sin funcionar? La respuesta puede estar en tu medida de obediencia a
Dios. Si has recibido a Cristo, pero todavía sigues experimentando una gran
frustración espiritual, puede haber un área de desobediencia en tu vida que no
has enfrentado.
V.5) “Y los hombres
de Nínive creyeron a Dios”
Entre el verso 4 y
el 5 hay muy poco espacio pero una grande bendición, tan grande que no llegamos
a darnos cuenta si no la imaginamos. Entre que Jonás comienza su tarea y se ve
el resultado cuando la ciudad entera se arrepiente, solo pasaron 3 días y unos
40 kilómetros de distancia en caminata.
Posiblemente, Dios
te ha pedido algo, y como respuesta has ignorado Sus palabras o has hecho sólo
parte de lo que Él te ha pedido.
Antes de que trates
de hacer una lista de todo lo que Dios te ha pedido que hagas o que no hagas,
piensa en lo siguiente: ¿Hay un área particular de tu vida en la que tienes una
lucha para poder ser obediente a la Palabra de Dios? Cuando lees la Biblia, ¿te
recuerda Dios constantemente algún pecado específico? Cuando oras, ¿te viene a
la mente una y otra vez el mismo asunto? Si el Señor te está recordando algo en
este mismo momento, piensa en esto: Pudiera ser que has estado viviendo en la
misma situación durante años porque, en algún momento, decidiste hacer las
cosas a tu manera en vez de hacerlas a la manera de Dios. Es el momento de
levantarte de la arena y en obediencia como Jonás hacer la caminata rumbo al
éxito, marcando la diferencia entre tu pensamiento y el pensamiento de Dios.
El comprender esta
diferencia clave entre nuestra manera de actuar y la manera como Dios quiere
que hagamos las cosas, puede hacer una diferencia tremenda en la vida de todo
cristiano.
Rubén Pelegrina
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