jueves, 27 de septiembre de 2012


Jonás 3: 6-10  El impacto de un mensaje entregado a tiempo

6  Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.
7  E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
8  sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos.
9  ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
10  Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.

Comentario:

Nunca nos imaginamos lo que ha de suceder hasta que lo hacemos y pasa un tiempo. Ese tiempo transcurrido entre “el hacer” y “el impacto” puede ser breve o prolongado.
Llamo “el hacer” a las cosas que debemos hacer en el tiempo correcto y me refiero al “impacto” a lo que sucede posterior a lo que hicimos.
Has pensado en ¿Cómo impactó al mundo la vida de Jesús? Nadie ha influenciado el mundo de la manera que Jesús lo ha hecho. Nadie.
A través de la historia, la influencia que Jesús tuvo en la vida de la personas, no ha sido sobrepasada en más de 2.000 años y nunca lo será.  Ningún otro líder ha inspirado tantos cambios positivos en la vida de sus seguidores.  Quienes se encuentran con el Cristo resucitado son totalmente transformados.  Su forma de ver la vida es para siempre alterada.  Por defender su fe, no dudan en enfrentarse con dificultades persecución y aún la muerte.  Muchos consagran sus vidas al servicio de otros, poniendo de lado sus propios deseos y necesidades.
La Obediencia de Jonás impactó el corazón de una gran ciudad y fue un golpe al corazón de un rey. Dios toca el corazón por la Palabra. Y el monarca ninivita no es una excepción. Él también es alcanzado por la proclamación profética, y se desprende de los signos distintivos de la realeza: (v.6) Baja de su trono y se despoja de sus ropas reales. Es un lenguaje simbólico mediante el cual está diciendo que reconoce al Dios Eterno como único Señor y Rey.
Vs 7-8 El rey toma la pluma y escribe un decreto que dice lo siguiente: “Hombres y animales, bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua; sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos”.
La altura de los conceptos espirituales del decreto es insospechada para un medio pagano como el asirio. La obra de la palabra de Dios, proclamada por Jonás, va mucho más allá de lo imaginable. Uno de los aspectos más sorprendentes del decreto es la inclusión de los animales. ¿Cómo es posible que éste pagano y sus grandes puedan haber entendido que el cuidado de Dios abarca también a las bestias? Dice el Señor por medio de Asaf en el Salmo 50:10-11: “Porque mía es toda bestia del bosque. Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.”
¿Podemos nosotros imaginar tamaña decisión de arrepentimiento consistente en no comer y cubrirse de arpillera el cuerpo, tanto hombres como animales?
Cuando tú te arrepientes de algo malo que hiciste, ¿solo pronuncias palabras de arrepentimiento o cumples con algo extraordinario como una señal del arrepentimiento?. Solo el cambio a veces no es lo necesario sino otra señal que cada uno puede elegir, para afirmar y grabar en imagen de vida en la mente y mostrar a Dios que verdaderamente estamos arrepentidos. Eso será un cuadro de testimonio personal que recordará lo que hicimos.
Pero la confianza no está depositada en la efectividad del rito que se haga, sino en la misericordia del Señor y la sinceridad del corazón del hombre.
Que a todos nos sirva esta experiencia para convertirnos del mal camino al buen camino diariamente.
Rubén Pelegrina

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