sábado, 25 de febrero de 2012

Sal 143:1 Pedido de rescate y dirección

Salmos 143: 1  Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia.
2  Y no entres en juicio con tu siervo; porque no se justificará delante de ti ningún ser humano.
3  Porque ha perseguido el enemigo mi alma; ha postrado en tierra mi vida; me ha hecho habitar en tinieblas como los ya muertos.
4  Y mi espíritu se angustió dentro de mí; está desolado mi corazón.
5  Me acordé de los días antiguos; meditaba en todas tus obras; reflexionaba en las obras de tus manos.
6  Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah
7  Respóndeme pronto, oh Jehová, porque desmaya mi espíritu; no escondas de mí tu rostro, no venga yo a ser semejante a los que descienden a la sepultura.
8  Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma.
9  Líbrame de mis enemigos, oh Jehová; en ti me refugio.
10  Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud.
11  Por tu nombre, oh Jehová, me vivificarás; por tu justicia sacarás mi alma de angustia.
12  Y por tu misericordia disiparás a mis enemigos, y destruirás a todos los adversarios de mi alma, porque yo soy tu siervo.

Comentario:

En este salmo encontramos verdades muy importantes, que si las analizamos vamos a crecer de manera sorprendente al ponerlas en práctica descubriendo los secretos del “cómo agradar a Dios”. Vemos que David deseaba de todo corazón complacer a Dios y hacer su voluntad. Y ese debería ser nuestro mayor anhelo, parecernos a nuestro Padre y querer hacer lo que Él quiere. No hay mayor distinción para un papá que ver a sus hijos hacer su voluntad.
Yo creo que la voluntad de Dios es un asunto de gran importancia para todos los que dicen amar al Señor, porque hay personas que pasan años de iglesia y espiritualidad, pero en cuestiones básicas nunca han descubierto la voluntad de Dios. Y existe una vasta diferencia entre “someterse” a la voluntad de Dios y “aceptar” su voluntad. Aceptar la voluntad de Dios no es ver a Dios como demandando que nos rindamos a un grupo de reglas y condiciones, como si Dios dijera: “¡Hazlo a mi manera, o te desamparo!” No. Debemos aprender a darnos cuenta cuál es la voluntad de Dios en todo en nuestra vida. Si algo no se nos da en varias ocasiones que lo intentamos, debemos preguntarnos, ¿no será que no es la voluntad de Dios que se manifiesta siempre como “agradable y perfecta”?
Vamos a regresar al comienzo del salmo para que cuando lleguemos al v. 10 que trata este tema tengamos un contexto previo que nos ayudará a preparar el camino y darnos cuenta cómo hacer su voluntad.
V.1 “Oh Jehová, oye mi oración, escucha mis ruegos; respóndeme por tu verdad, por tu justicia”. Que Dios tenga que oír y escuchar lo que David pide no significa que haya veces que Dios no oye. David sentía mucho temor y ya había comenzado a sentir depresión, estaba perdiendo la esperanza a causa de este tema.
En ocasiones, nos sentimos atrapados en una depresión que cada vez es más intensa y no podemos salir de ella.
David tenía una manera peculiar de orar que en sus traducciones nos deja una sensación de estar dándole órdenes a Dios. Pero es su forma de expresarse o la interpretación del original que nos han dejado los primeros traductores. Para entenderlo mejor voy a referirme a una costumbre que se emplea en mi país para solicitar algo. Una persona puede precisar sal en la mesa, entonces dice: ¿me pasas la sal? Y en otro país eso parecería una grosería por no pedir “por favor”. Pero en este caso la entonación con que se hace el pedido, dice lo que la frase por favor no dijo. Así de igual manera la Biblia está llena de cosas similares que la cultura de la época empleaba, pero que hoy no se nos han explicado a nosotros. Y eso no significa que David haya tratado con órdenes o falta de respeto a Dios. Todo lo contrario, David era un hombre muy parecido a Dios, “He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero” Hechos 13:22.
Continuaremos…

Rubén Pelegrina

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