lunes, 19 de noviembre de 2012


Efesios 2:1  Todo lo que nos provoca el hacer cosas malas.


V.1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,

Comentario:
Estar muerto en delito y pecado es tener una vida lejos, muy lejos de Dios, sin Su esencia en la vida, sin el Espíritu Santo y sin un futuro asegurado. Yo te pregunto: ¿Puede un muerto tener esperanza? ¿Puede un muerto sentir dolor? ¿Puede un muerto gustar el don del Espíritu Santo?
La mayoría de la gente que se encuentra muerta en delitos y pecados, o en transgresiones y faltas, no alcanza jamás a darse cuenta lo que significa estar vivo espiritualmente y para Dios, esa gente que vive la vida como la dicta el que gobierna el poder del aire, ese espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia y en un tiempo todos nosotros también vivimos la misma clase de vida. Pero gracias a Dios que pudimos pedir perdón, reconocernos pecadores y ser hechos “hijos de Dios”.
En cierta ocasión de mi infancia, un amigo me invitó a vivir una experiencia jugando con un sapo. Me dijo: “voy a realizar un experimento” y como niño acepté, aunque luego me arrepentí. Puso cloroformo en la boca del sapo, lo amarró de las patas panza arriba con hilos a cuatro estacas y le picaba la panza con un palito fino, a lo que el animal reaccionaba porque no tenía anestesia. Con el paso de los minutos, el animal murió por el efecto del cloroformo y ya no reaccionaba al picarle la panza. Mi amigo creía que estaba vivo, pero pensó que estaba anestesiado por el cloroformo, pero no! El sapo estaba muerto porque su corazón no latía.
Cuando el apóstol Pablo nos pone el ejemplo que andábamos como muertos, nos quiere enseñar que a un muerto no le duelen los piquetes de Satanás. Está muerto en delitos y pecados que son como el cloroformo que impide sentir el dolor, aunque sí se reacciona pero nada más que como el sapo, una pequeña resistencia y nada más.
Pablo está hablando de la vida presente. Hay tres hilos de una misma cuerda en los que el efecto del pecado es mortal.
1°) Nadie sigue siendo el mismo cuando comete un pecado, éste le destruye la inocencia, ya no se puede decir “no conozco eso”. Todo queda grabado en la mente. Esto es como si nos sajáramos la piel con una navaja cada vez que pecamos y así cada caída va dejando marcas. Al final somos un daño total y una sola cicatriz. El pecado deja una película imborrable en la memoria de nuestra mente, es como un virus troyano que afecta la mente y no se desprende de ella”.
2°) El pecado produce un encallecimiento matando las cosas excelentes de a poco. Es un proceso trágico que va provocando insensibilidad. Al principio, la persona lo considera una mala acción y hasta se horroriza; la segunda etapa llega cuando tiene la tentación de hacerlo, pero, aun cuando lo está haciendo, se siente todavía desgraciado e inquieto y muy consciente de que está mal, pero lo mismo lo hace.
3°) la tercera etapa es cuando ya hizo tantas veces lo mismo que ya lo hace sin remordimientos. Cada pecado hace más fácil el siguiente.  Esta última etapa es cuando el pecado le mata la voluntad. Veamos cómo lo hace: En un principio, uno se entrega a algún placer prohibido porque quiere probar; al final, se entrega a él porque no lo puede evitar y una vez que algo se convierte en un hábito, esto se convierte en una necesidad.
En el siguiente comentario analizaremos cómo puede surgir la vida de la muerte.

Rubén Pelegrina

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