jueves, 28 de junio de 2012


Jonás 1:6 Jonás debía clamar a Dios

V.6  Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.

Comentario:
Esta mañana cuando me levanté escuché un sermón desde El Salvador y el pastor tomaba como texto base a Jeremías 33:3 “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” No creo en las coincidencias, sino en las Diosidencias. Cuando Dios quiere comunicar algo al pueblo suyo, permite que las cosas coincidan. La frase de hoy es: “levántate, y clama a tu Dios” es enigmática porque no sabemos clamar. Cuando clamamos Él responde. No debemos desmayar, continuar esforzándonos y ser muy valientes; esa es la propuesta para hoy aunque el texto nos está mostrando a un cobarde.
Dios responde las oraciones cuando clamamos creyendo y orando de acuerdo a la Palabra. 
El capitán del barco tuvo que bajar hasta la recámara donde Jonás dormía plácidamente y pedirle que clamara a Dios para que se calmara la tempestad. La oración es como la electricidad, puede llegar inmediatamente a la luz divina y permitir que veamos lo que no vemos, porque Dios es luz y a nosotros nos mandó ser luces en medio de un mundo en tinieblas. Jonás estaba perdiendo el tiempo, huyendo de Dios y provocando una catástrofe. ¡Claro que debía clamar! El clamor es con voz audible, se realiza casi a gritos, o llorando, suplicando a Dios y que ángeles y demonios oigan, eso no interesa. El clamor llega a Dios desde un corazón arrepentido y deseoso de una respuesta inmediata.
Yo no sé cuál es tu situación hoy, ni como se encuentra tu familia, los hijos, pero trae tus peticiones al altar de oración con todas tus necesidades. 
Tú, quizás no lo sabes, pero tienes el mayor medio que hay en este mundo, que es el de orar a Nuestro Padre celestial y el clamor para el alma que ya no aguanta más.  No mires las circunstancias, ni las adversidades que te acontecen, solo clama a Dios y él responderá, esa es la promesa.
Leamos lo que dice la Palabra de Dios en el libro de Apocalipsis 8:3-4 “Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.  De la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo de incienso con las oraciones de los santos.” Nos enseñaba el pastor de la iglesia donde concurro que Dios cuando nosotros oramos la oración que él haría, le agrega incienso, de hecho, el incienso fue y es considerado símbolo de la oración. Así, las oraciones llegan a Dios nuestro Padre como incienso fragante y él se dispone a agregar más incienso.
La segunda lección que podemos extraer del texto es que Dios tiene muchas maneras para sacar a la luz los pecados y pecadores ocultos, y hacer manifiesta y pública esa necedad que se pensaba oculta de los ojos de los hombres. Jonás fue descubierto y lo estudiaremos en el próximo comentario.
Rubén Pelegrina




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