jueves, 21 de junio de 2012


Jonás 1    Jonás huye

Jonás 1:1-3 Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí.
Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová.

Comentario:
Leemos aquí el comienzo de un relato narrativo de la misión que le es encargada a Jonás. La primera lección para nosotros surge de aquí precisamente de las primeras palabras: Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo”.
 A Jonás se le estaba entregando una misión, una tarea por hacer, ya que él tenía la capacidad física y espiritual para la encomienda divina.
Todos tenemos una misión en el mundo, sea delegada por Dios o aparejada por nosotros mismos con los compromisos de la vida. Unos tienen que cuidar de sus hijos y velar por su familia, sus padres o abuelos etc.  Pero es triste ver que a muchos esto no les importa, son capaces de dejar el hogar e irse con otra persona o quedar viviendo solos para “hacer su vida” como ellos dicen, abandonando hijos, esposos, padres o familiares muy queridos. Otros abandonan el estudio, el trabajo y lo normal de una vida para dedicarse a hacer nada o a los vicios y a una vida placentera que conduce a un triste final. Desgraciadamente toda persona que abandona su misión y compromiso en la tierra, será recompensada de acuerdo a sus hechos y en la vida eterna, dado el caso de un cristiano, un día se tendrá que inclinar ante el Juez y rendirle cuentas, avergonzándose y no recibir la recompensa de haber sido fiel. Porque Dios hará pasar y dirá: “bien buen siervo y fiel” o “mal siervo… te encargué una misión y no cumpliste” (Mateo 25:21). Dios tiene su balanza preparada y es preciso que nosotros inclinemos esa balanza hacia el lado correcto.
Nínive, la ciudad de la misión para Jonás, era la metrópoli más importante de Asiria y pronto sería la capital del inmenso imperio asirio. Pero Nínive era también una ciudad perversa. Dios le estaba enviando a Jonás a una ciudad perversa, su misión era difícil, pero tenía todo el apoyo y sostén divino. De la boca de Dios salía la encomienda.
Jonás, que aborrecía a los poderosos y malvados asirios, recibió un llamado de Dios a advertir a los asirios que serían castigados si no se arrepentían.
Jonás en un comienzo parece que se levantó para ir rumbo a Nínive, pero en el camino su mente se descolocó y tentado por la comodidad, el miedo o la desobediencia, no quiso ir a Nínive, y trató de huir de Dios. Pero Dios tiene formas de enseñarnos a obedecerlo y seguirlo. Más adelante y después de duras experiencias cuando Jonás predicó, porque al fin tuvo que hacerlo, la ciudad se arrepintió y Dios retuvo el castigo. Aun los más perversos pueden salvarse si de veras se arrepienten y se vuelven a Dios.
El libro de Jonás, a pesar de su popularidad, es un gran desconocido, incluso dentro de la cristiandad. Muchas personas en el mundo asocian a Jonás con su permanencia durante tres días dentro del “gran pez”, popularmente conocido como una “ballena”, pero la verdad es que este libro está sobrecargado de enseñanza que no debemos desperdiciar. Continuaremos mañana con esta parte introductoria. La lección de hoy es que todos tenemos una misión, debemos descubrirla, oírla, cubrirla y obedecerla, si no lo hacemos, observaremos las consecuencias.

Rubén Pelegrina

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