lunes, 10 de octubre de 2011

Salmo 120 Oración ante el peligro de la lengua engañosa

 Salmos 120: 1-7 A Jehová clamé estando en angustia, y él me respondió.
2  Libra mi alma, oh Jehová, del labio mentiroso, de la lengua fraudulenta.
3  ¿Qué te dará, o qué te aprovechará, oh lengua engañosa?
4  Agudas saetas de valiente, con brasas de enebro.
5  ¡Ay de mí, que moro en Mesec, y habito entre las tiendas de Cedar!
6  Mucho tiempo ha morado mi alma con los que aborrecen la paz.
7  Yo soy pacífico; mas ellos, así que hablo, me hacen guerra.

Comentario:
Con el salmo 120, que es anónimo, comienza una serie de quince salmos llamados “graduales” o de las subidas, y dicen los estudiosos que pueden llamarse así porque los cantaban en el viaje de peregrinación a Jerusalén en las tres grandes festividades del año, mientras subían al monte Sión (1° Reyes 12:27-28). Es increíble y sorprendente que usaran dichas palabras para cantar, y en este caso pudiera ser que lo cantaban citando los falsos testimonios que daban los samaritanos acerca de ellos. Con solo conocer esta introducción ya podemos descubrir el porqué de las palabras intrigantes del salmo.
Este salmo expone una situación de aflicción; el segundo o 121 enfatiza el poder del Señor para guardar, librar, edificar y dar esperanza; y el tercero (122) tiene el tema de la seguridad en Sion; en el Señor.
En la primera actitud destructiva con que nos enfrentemos debemos enfatizar el poder de Dios para ayudar y darnos esperanza, sabiendo que él es nuestra confianza.
La actitud del salmista a causa del labio mentiroso y de la lengua engañosa, es clamar a Dios, porque buscaban encubiertamente destruirle como diríamos “por debajo”. ¿Te sientes abrumado por alguna situación de lengua engañosa y labio mentiroso que esté tratando de destruir tu reputación o poniendo en tela de duda tu vida? Eleva tu voz a Dios y Él te responderá, no tardará.
V.4 Algunas frases llamativas son: “Agudas saetas de valiente”, que son como flechas puntiagudas de guerreros—son las condenas que causan destrucción o sentimientos de desgracia y pérdida;  “brasas de enebro”—que retienen el calor por largo rato, describiendo así el carácter de los perversos. Nadie puede asegurar no haber pasado por alguna situación similar.
Vs 5-7 El salmista vive en un mundo que no puede dar paz, al igual que nosotros, ¿quién se encuentra seguro en este mundo? Descubrimos que después de varios miles de años todo permanece igual. Mesec eran las tribus del noroeste que habitaban en la región del Cáucaso, y Quedar  las tribus árabes al sudeste. Ambos lugares representan los pueblos gentiles o paganos que no adoraban al Dios verdadero, pueblos agresivos y  mentirosos que vivían en el desierto. Los que no conocen a Dios se identifican con las mismas características,  por la violencia y el engaño, aborrecen la paz, no están tranquilos si no actúan violentamente, viven en un desierto, de modo que los pacíficos les molestan (v. 7).
Ser pacificadores y hacer la paz es el camino al cual Dios nos ha llamado, así que debemos intentar, con esmero y oración, ser pacificadores. “El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; busque la paz, y sígala.  Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal”. (1° Pedro 3: 10-12)

Rubén Pelegrina

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