miércoles, 7 de septiembre de 2011

Salmo 119 La excelencia de la Palabra de Dios (16° Parte

Salmos 119:121-128  Juicio y justicia he hecho; no me abandones a mis opresores.
122  Afianza a tu siervo para bien; no permitas que los soberbios me opriman.
123  Mis ojos desfallecieron por tu salvación, y por la palabra de tu justicia.
124  Haz con tu siervo según tu misericordia, y enséñame tus estatutos.
125  Tu siervo soy yo, dame entendimiento para conocer tus testimonios.
126  Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley.
127  Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro.
128  Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira. Ayin


Comentario:
Siempre fue cosa común que se explotara al trabajador de conducta dócil y manejable. Generalmente cuando una persona es justa y honesta en el escalafón de empleado, es más fácil para el empleador comportarse de esa manera. Es más cómodo ejercer presión en una persona sumisa y obediente que en una soberbia y altiva. Las personas opresivas y arrogantes son las que dominan, ¿y durante cuánto tiempo puede aguantar esto una persona? Por esta causa el salmista pide a Dios protección y garantía de bienestar porque él tomó la palabra de Dios como el “estándar” el modelo, la base de su regla de fe y práctica para determinar lo bueno y lo malo, el error y la verdad (vs. 127-128). Esto nos sirve de ejemplo para nosotros hoy, si podemos encontrar y disfrutar la misma belleza, el mismo poder, el mismo significado y las mismas bendiciones en la Palabra de Dios y si la abrazamos y la aceptamos como la base de nuestra regla de fe y practica en nuestras vidas.
Cuando crece en nosotros el peligro del pecado, del engaño y de todo camino de error, así mismo debe crecer en forma simultánea la necesidad por Dios y la confianza en Su Palabra (vs. 126-127).
Algo importante es estar consciente de los peligros que abundan en toda cosa mala y actuar. Si tenemos la Palabra de Dios como nuestro “estándar”, pero nos descuidamos en estudiarla y aprenderla, fracasaremos igualmente como si no fuera ella nuestro modelo y patrón (v.125).
El conocimiento da entendimiento y nos evita el fracaso, si a eso le agregamos que tenemos un corazón sincero para con el Señor, podremos ser capaces de discernir lo que estamos aprendiendo, qué significado tenga y cómo aplicarlo.
V.128  Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas, y aborrecí todo camino de mentira”. Una de las características de Dios es la verdad. Personifica lo auténtico y  legítimo y, por lo tanto, su Palabra no puede mentir. Es verdadera y confiable para guiarnos y ayudarnos (Juan 17:14-17 “Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo… como tampoco yo soy del mundo.  Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”). La Biblia es completamente verdadera y digna de confianza.

Rubén Pelegrina

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