domingo, 6 de mayo de 2012


Salmo 150   Alabar a Dios con instrumentos de música

1  Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la magnificencia de su firmamento.
2  Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a la muchedumbre de su grandeza.
3  Alabadle a son de bocina; alabadle con salterio y arpa.
4  Alabadle con pandero y danza; alabadle con cuerdas y flautas.
5  Alabadle con címbalos resonantes; alabadle con címbalos de júbilo.
6  Todo lo que respira alabe a JAH.  Aleluya.

Comentario:
Hemos llegado al fin del salterio y siento mucho agradecimiento a Dios por el tiempo transcurrido en el análisis verso tras verso de las maravillas que sembraron estos hombres de Dios en los salmos, el mayor de todos ellos fue David el dulce cantor de Israel (2° Samuel 23:2).
Creo que el libro de los salmos es el que tiene el papel más ultrajado en cada Biblia porque ha sido leído en tiempos difíciles, en tiempos de mucha preocupación y desesperación, en tiempos de angustia, zozobra y malestar. Todos hemos manchado sus hojas con lágrimas y quedaron escritas diversas citas con referencias a pasajes paralelos, páginas muy subrayadas, que hacen del salterio un libro de consulta cotidiano. ¿Quién no ha abierto sus páginas en cada momento triste de abatimiento y también se ha regocijado en los momentos de éxitos alegres? No podemos quedar callados al final de este fastuoso y placentero bálsamo que recibimos al leer sus páginas. Siempre brotan momentos radiantes de gozo en la tristeza y dan paz en la tormenta.
Ahora, para analizar ésta última composición podemos fijar la atención en que Dios se agrada de una alabanza en sincronía con los instrumentos, ir al son de ellos es en el tono y ritmo que cada uno marca en forma conjunta. Cada elemento musical tenía un momento especial de uso en el culto y un lugar específico y su uso era armónico y traía paz al alma, igual que lo traen hoy. Esta es la razón muy importante de reconocer que cada instrumento debe ser usado en el momento oportuno y adecuado.
El salmista menciona todos los instrumentos que se usaban en el servicio del templo en la época (vs. 3-5). En el servicio de Dios no se debe escatimar costo ni esfuerzo en tener los mejores instrumentos. La música excelente para los oídos de Dios son los afectos sinceros y devotos de la unidad que causan instrumentos y cuerdas vocales, nada tienen que ver los instrumentos solos, pero ellos ayudan a tener una alabanza melodiosa, que acompañada por un corazón melodioso causa un impacto en la fe, el amor, el gozo, la confianza y el respeto por la música.
No dejemos de alegrarnos en este tipo de alabanza y procuremos que cada cosa que hacemos cause un impacto en el corazón de las personas duras, de los seres sensibles, de los que se alegran y cantan a viva voz, pero también de los apocados y que no gozan de una buena entonación. Dios es bueno y merece nuestra adoración. Amén.
Rubén Pelegrina

No hay comentarios:

Publicar un comentario