Salmo 148 Todos alaben a Dios
Salmos 148:1
Alabad a Jehová desde los cielos; alabadle en las alturas.
2 Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle,
vosotros todos sus ejércitos.
3 Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras
todas, lucientes estrellas.
4 Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas
que están sobre los cielos.
5 Alaben el nombre de Jehová; porque él mandó,
y fueron creados.
6 Los hizo ser eternamente y para siempre; les
puso ley que no será quebrantada.
7 Alabad a Jehová desde la tierra, los
monstruos marinos y todos los abismos;
8 El fuego y el granizo, la nieve y el vapor, el
viento de tempestad que ejecuta su palabra;
9 Los montes y todos los collados, el árbol de
fruto y todos los cedros;
10 La bestia y todo animal, reptiles y
volátiles;
11 Los reyes de la tierra y todos los pueblos, los
príncipes y todos los jueces de la tierra;
12 Los jóvenes y también las doncellas, los
ancianos y los niños.
13 Alaben el nombre de Jehová, porque sólo su
nombre es enaltecido. Su gloria es sobre
tierra y cielos.
14 Él ha exaltado el poderío de su pueblo; alábenle
todos sus santos, los hijos de Israel, el pueblo a él cercano. Aleluya.
Comentario:

Cada astro, galaxia, constelación u otro elemento del cosmos, como así también
los animales, tienen un orden y sometimiento y no se salen de él. Cada estrella
se mueve o gira como Dios lo dispuso en el comienzo de todas las cosas y el
problema del hombre ha
sido que en forma personal, nunca hace lo que Dios quiere, o como Él lo quiere.
Las fuerzas de la naturaleza, por fuertes y tormentosas que muchas veces sean,
hacen lo que Dios les manda hacer, y nada más, se someten y obedecen.
Los animales comen, duermen, se reproducen y mueren sin causar ninguna
alteración en la naturaleza y si en algún caso hubiere alteración, es porque el
hombre ha intervenido para provocar cambios. Cada cosa creada por Dios sigue su
curso y éste se ha estado cumpliendo a la perfección desde el comienzo. El
único que debe aprender a sujetarse a la voluntad de Dios es el hombre y vivir
una vida ordenada y obediente. No hay mejor alabanza a Dios que la obediencia. Una
persona desobediente nunca podrá alabar a Dios, así que en forma indirecta lo
que el salmista nos transmite es hacer las cosas de una manera disciplinada y
correcta.
Cuando el hombre suple las necesidades del
pobre, o las insuficiencias de algún ministro de Dios, está cumpliendo con el
deseo del corazón de Dios y provocando a la alabanza, esto es lo que nos enseña
Pablo, “pues por la experiencia de esta
ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de
Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos” (2° Corintios 9:13). El pueblo siente la
necesidad de alabar a Dios cuando ve suplidas las necesidades, aunque todos
deberíamos alabar a Dios por el solo hecho de respirar, con eso ya tenemos
mucho, sino quítele el oxígeno a una persona y verá qué pasa.
La alabanza debe ser personal y colectiva
(vs. 11 al 13).
V.14 Esta
es una descripción de cómo los creyentes debemos alabar a Dios:
individualmente, pero como parte de un gran coro de creyentes alrededor del
mundo. Arriba de nosotros existe un mundo de ángeles consagrados que siempre
están alabando a Dios, por tanto el salmista muestra su deseo de que Dios sea
alabado de igual y mejor manera. Que todo lo que respira y no respira alabe a
Dios.
Rubén Pelegrina.
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