miércoles, 12 de diciembre de 2012


Efesios 2:6 Entre el cielo y la tierra

6. “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús”.

Comentario:
Siempre que leo este texto me imagino el regreso a la vida de Lázaro el amigo de Jesús, que por mandato se levantó de la tumba. Yo no sé qué hubiese hecho yo si me hubiese tocado resucitar y salir a la vida nuevamente, pero sí sé lo que hice cuando en dos ocasiones estuve en coma, próximo a entrar en estado vegetativo y regresé a la vida normal. Allí todo cambia, se transforma tu mundo en uno nuevo, se admira lo que antes jamás hubiésemos admirado y se vive cada instante como si fuera el último de la vida. Con el paso de los días tenemos la tendencia a olvidar, pero cada vez que se lee que Jesús ya nos resucitó, deberíamos vivir a pleno cada minuto. En cambio lo hacemos con desazón, tristeza, ansiedad y preocupaciones.
Si estamos resucitados y sentados en lugares celestiales con Cristo Jesús, nuestra mente, nuestras actitudes, deberían cambiar. Dios, al resucitar a Jesucristo, nos resucitó y nos dio un lugar en el cielo, junto a él y sabemos que nuestros cuerpos también resucitarán y que ya se nos ha dado el poder para vivir de manera diferente ahora la vida cristiana. Estas ideas se hallan combinadas en la imagen que Pablo nos transmite, cuando habla de estar sentado con Cristo en "lugares celestiales" y a la vez viviendo la vida en la tierra. Si leyéramos más seguido estos textos, viviríamos más cerca espiritualmente del Creador.
El estado de pecado es el estado de conformidad con este mundo, y el estado de la vida espiritual es el estado de vivir en conformidad a lo que el Espíritu Santo impulsa.
Nos queda claro entonces que si somos más dados a la iniquidad espiritual o sensual, como lo son naturalmente los hijos de desobediencia, debemos rever si realmente por quién nos dejamos impulsar, si por el enemigo o por el Dios Todopoderoso. Si el enemigo es el impulsor de nuestra vida, tendremos que mirar la cruz y convertirnos.
Virtualmente los cristianos que estamos viviendo en el espíritu, debemos saber que cada uno tiene su lugar propio designado en el cielo, del cual, en tiempo debido, tomaremos posesión.

Rubén Pelegrina


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