jueves, 5 de mayo de 2011

Salmo 119 La excelencia de la Palabra de Dios (6° Parte)

Salmos 119:41-48  Venga a mí tu misericordia, oh Jehová; tu salvación, conforme a tu dicho.
42  Y daré por respuesta a mi avergonzador, que en tu palabra he confiado.
43  No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad, porque en tus juicios espero.
44  Guardaré tu ley siempre, para siempre y eternamente.
45  Y andaré en libertad, porque busqué tus mandamientos.
46  Hablaré de tus testimonios delante de los reyes, y no me avergonzaré;
47  Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado.
48  Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos. Vau

Comentario:
V.41-42 La lealtad a la Palabra de Dios puede traer la burla de los impíos que provocan vergüenza (Jesús tuvo que hacer frente a esta molestia pero él no se avergonzó). Toda vergüenza presente finalmente se evapora y se transforma en verdadera satisfacción si actúa sobre ella el poder de Dios. El salmista había confiado en Dios lo que provocaba en él un escudo de protección en el cual podía cobijar todos sus problemas.
La misericordia y la salvación de Dios, como están reveladas en Su palabra, producen la esperanza del perdón del pasado y la seguridad en una buena y recta vida para el futuro.
V. 43  “No quites de mi boca en ningún tiempo la palabra de verdad”. Debemos ser muy cuidadosos en nuestra forma de hablar o como nos expresamos. La Palabra de Dios es muy clara y encontramos varios textos que nos aconsejan cómo debemos hablar.
Las palabras pueden justificarnos o condenarnos, probarnos o castigarnos: “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado”. (Mateo 12:37). “Si alguno habla, hable conforme a las Palabras de Dios”. (1° Pedro 4:11). “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”.  (Proverbios 18:21).
Podemos notar que algo muy importante en la vida del creyente es tener mucho cuidado en la forma de hablar, cómo les hablamos a nuestros hijos, a la esposa o al esposo, a los trabajadores. ¿Cómo hablamos en los momentos difíciles de la vida?, cuando estamos enojados, irritados o malhumorados.  Es importante pensar antes de hablar, porque de nuestra manera de hablar, dependen los resultados que obtendremos de las cosas.
Vs 44-48  “Guardaré tu ley siempre…”  Es como si dijera: La Palabra de Dios es más valiosa para mí que toda la riqueza del mundo. “… ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Marcos 8:36). El valor de la Palabra de Dios en nuestra vida debería ser más apreciable que todo el oro o la plata del mundo.
Debemos perseverar, permanecer  siendo constantes sin desmayar en el cumplimiento de la Palabra de Dios y nuestra relación con Él no debe ser algo de ocasión, ni depender de las circunstancias.
Debemos aprender a dar testimonio delante de gente importante sin avergonzarnos y regocijarnos en sus mandamientos meditándolos siempre.

Rubén Pelegrina

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