jueves, 25 de agosto de 2011

Salmo 119 La excelencia de la Palabra de Dios (15° Parte)


Salmos 119:113-120  Aborrezco a los hombres hipócritas;  Mas amo tu ley.
114  Mi escondedero y mi escudo eres tú; en tu palabra he esperado.
115  Apartaos de mí, malignos, pues yo guardaré los mandamientos de mi Dios.
116  Susténtame conforme a tu palabra, y viviré; y no quede yo avergonzado de mi esperanza.
117  Sostenme, y seré salvo, y me regocijaré siempre en tus estatutos.
118  Hollaste a todos los que se desvían de tus estatutos, porque su astucia es falsedad.
119  Como escorias hiciste consumir a todos los impíos de la tierra; por tanto, yo he amado tus testimonios.
120  Mi carne se ha estremecido por temor de ti, y de tus juicios tengo miedo. Sámec

Comentario:
Quien no haya vivido alguna experiencia similar a la del escritor de este Salmo, puede emitir algún juicio sobre las palabras que usa para describir su experiencia, como ser: “aborrezco”, “sostenme y seré salvo”, “como escorias hiciste consumir”, etc
V. 113 Si vamos a la primera frase “aborrezco a los hombres hipócritas” Cristo enfrentó la hipocresía de los escribas y fariseos de la época que con una máscara de santidad escondían la falsedad, no eran sinceros y cabales en lo que hacían (Mateo 6:1-5). La característica de los hipócritas es ser vistos por los hombres, promocionándose a sí mismos y Jesús que ve el corazón les dijo que no tendrían recompensa de Dios, ellos hacían tocar trompeta delante de ellos para hacerse notar o ser vistos cuando daban una ofrenda.
Cuando Jesús hablaba a sus discípulos les aconsejaba que se cuidaran de la doctrina de los fariseos. Y no se trata de que son doctrinas contrarias y que debemos cuidarnos de escucharlos, se trata del daño que esas doctrinas ocasionan al espíritu de las personas que les escuchan y atienden. La doctrina de los fariseos es como un veneno para los creyentes en Cristo y debemos evitar escucharlos. A la gente que adora a Jesús pero mantiene doctrinas humanas, él les llama falsos adoradores (Mateo 15:9 “Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.”) El salmista los trata de “malignos” que no guardan los mandamientos de Dios (v.115).
Él es lo contrario a una persona  indecisa, mala, descarriada e impía. La diferencia notoria entre el salmista y los otros es “la Palabra”, la Biblia, que la describe como: amada (vs.113 y 119), guardada (v. 115), lugar de refugio y la razón de la esperanza (v.114), el centro de su firme sustento o sostén (v.117). Pero la realidad interior de su corazón y que lo distingue, es el Señor: porque esperar en la palabra es refugiarse en el Señor (v.114); en ella están los mandamientos de Dios (v. 115) y temer la Palabra y temer al Señor van juntos (v.120).
De esta manera Sámec desarrolla el énfasis de la consagración. Esa consagración no es opcional ni negociable, sino íntima y privada para vivir con el Señor en comunión y paz. La estructura que desarrolla en esta sección aclara el mensaje de todo el Salmo, la excelencia de la Palabra de Dios.
Rubén Pelegrina