Salmos 147: 12-20 Alaba a Jehová, Jerusalén; alaba a tu Dios,
oh Sion.
13 Porque fortificó los cerrojos de tus puertas;
bendijo a tus hijos dentro de ti.
14 Él da en tu territorio la paz; te hará saciar
con lo mejor del trigo.
15 Él envía su palabra a la tierra; velozmente
corre su palabra.
16 Da la nieve como lana, y derrama la escarcha
como ceniza.
17 Echa su hielo como pedazos; ante su frío,
¿quién resistirá?
18 Enviará su palabra, y los derretirá; soplará
su viento, y fluirán las aguas.
19 Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus
estatutos y sus juicios a Israel.
20 No ha hecho así con ninguna otra de las
naciones; y en cuanto a sus juicios, no los conocieron. Aleluya.
Comentario:
El párrafo bíblico que inicia esta lectura
nos motiva a bendecir a Dios porque
vienen grandes bondades de su mano.
Vs. 13-14 Protección, bendición, descanso,
paz y provisión son aquellas cosas que todos deseamos recibir y que aquí se nos
prometen. Pero hay algunos requisitos que primero tenemos que cumplir. Estos
son: según los versos 4-5 creer que Dios es omnipotente, supremo e
irresistible, a cada una de las estrellas llama por su nombre, a mí también y a
ti también, eso significa que está cercano y nos conoce. Ya lo analizamos antes
diciendo que el conocimiento de Dios es de una profundidad que no puede ser
sondeada. Nunca debemos cuestionar algo a Dios. En este preciso momento yo
tendría muchas cosas que preguntarle a Dios, por pruebas que atravieso,
ministerios que desearía tener y no los tengo, relaciones que pudiera cultivar
y no puedo, y así la lista continúa, pero
un ser tan pequeño ¿qué puede cuestionar a Dios?
El segundo requisito es creer en el poder primario
de Su palabra, al final analizamos el poder supremo de Su palabra (v.15 “Él
envía su palabra a la tierra; velozmente corre su palabra”).
El tercer requisito es no abrir los cerrojos
que Dios puso en nuestra vida. Leemos aquí que instaló un vallado a nuestra
vida y fortificó las cerraduras para que nada impropio pueda penetrar (v 13 “Porque fortificó los cerrojos de tus
puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti”.) Mucho de lo malo que pasa en
nuestra vida, ocurre porque nosotros abrimos los cerrojos puestos por Dios y así
toda clase de mal puede filtrarse a nuestra vida. Cuando creímos Dios selló
nuestra vida con el Espíritu Santo y si él nos acompaña ¿de quién temeremos, de
qué temeremos? (v.14 “Él da en tu territorio la paz”) Pero la
verdad es que sí tememos porque no tenemos lucha contra sangre y carne, o sea
contra hombres, sino contra principados y potestades que habitan en las
regiones invisibles. Es aquí el peligro de abrir cerrojos o de permitir que en
la lucha seamos vencidos, porque en Cristo somos más que vencedores.
El cuarto requisito es esperar la
misericordia del Señor (v.11) que ya analizamos en el anterior estudio. En
verdad este tendría que ser el primer requisito, pero preferí ponerlo en éste
lugar ya que me parece importante antes mencionar los otros para recibir éste
con mayor solicitud y claridad.
El último requisito es creer en el poder
supremo de Su palabra, "Él envía su palabra a la tierra; velozmente
corre su palabra" (v.15) " Enviará su palabra, y los derretirá" (v.18) El cielo y al
tierra pasarán pero las palabras de Dios permanecen para siempre. (Mateo 24:35).
Creer en esto fortifica nuestro corazón,
porque éste puede debilitarse con las pruebas y dificultades del diario vivir,
pero puede robustecerse creyendo que todo puede pasar, menos las promesas
insertas en Su Palabra.
Rubén Pelegrina
Está palabra llegó a mi corazón en el momento que más lo necesitaba!gracias Señor !
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