Salmos 147: 1-3 Alabad a JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza.
2 Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá.
3 Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
Comentario:
Alabar y cantar a Dios es bueno, saludable y reparador. Siempre me ha gustado acercarme a los cantantes o músicos espirituales y alentarles a grabar su disco o prepararse mejor cada vez. Algunas veces lo he logrado, otras no, pero no me canso de brindar aliento al que engrandece el nombre de Dios con su música. La música en general está muy degradada y su letra es deprimente, las canciones y sus letras engrandecen mucho lo que Dios condena y debemos ser conscientes que a Dios le agrada la buena alabanza de sus hijos. ¿Qué padre no se goza en algo similar?
Nos corresponde como criaturas racionales, mucho más como pueblo de Dios, alabarle de corazón. Podemos hacerlo desde que abrimos los ojos por el simple hecho de respirar, también durante el día al ver a los hombres en su ir y venir dando gracias porque la gente que nos rodea son los que nos bendicen, trayéndonos trabajo y sustento. Todo en el día lo ha hecho Dios para que nos gocemos y también en la noche, que a muchos no les agrada, para que descansemos del devenir diario. Antes de cerrar los ojos debiéramos hacer un recorrido por cada minuto del día que ya vivimos y de seguro no nos faltarán motivos para agradecer. Dicen los estudiosos que agradecer nos ayuda a sentirnos bien y genera un estado de ánimo diferente para el futuro que enfrentaremos.
Este Salmo y los tres restantes, podemos admitir ser especialmente designados para celebrar la reconstrucción de Jerusalén. Podríamos trasladar esto a nuestra vida suponiendo reconstrucción total en varios aspectos internos del corazón, que tengamos o sintamos estar devastados. Todos estos salmos comienzan y terminan con un llamado a la alabanza. El salmista se da cuenta y preocupado por la actitud del ser humano hace un llamado repetitivo porque no dedicamos tiempo para alabar a Dios.
En la Biblia de lenguaje sencillo lo expresa de la siguiente manera: “¡Alabemos a nuestro Dios! Muy agradable en verdad es cantarle himnos a nuestro Dios; muy grato y justo es cantarle alabanzas.
Dios ha reconstruido la ciudad de Jerusalén. Dios hizo volver a los israelitas que los babilonios se llevaron prisioneros. Dios sanó las heridas de los que habían perdido toda esperanza”.
Dios se deleita en la alabanza de su pueblo porque en ella se cumple la comunión con él; y de manera recíproca debe ser el deleite también del creyente. Hagámoslo frecuentemente, si en tu corazón hay tristeza intenta cantar, si hay problemas, repite a Dios con gratitud tus éxitos pasados, si hay motivo de alabanza, ¡alábale hoy!
Rubén Pelegrina
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