7 Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos;
8 Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos.
9 Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.
10 Reinará Jehová para siempre; Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.
Aleluya.
8 Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos.
9 Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.
10 Reinará Jehová para siempre; Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.
Aleluya.
Comentario:
V.7 En el comentario de la primera parte del salmo, dije que este texto puede hacernos decidir entregar todo a Dios cuando ya no confiamos en nadie y cuando la tormenta de la vida nos empaña el horizonte y hasta el firmamento se vuelve negro. Es cuando muchos nos acordamos del Juez y por qué no también del Abogado “que hace justicia a los agraviados.”
Definir la palabra justicia desde el punto de vista humano es algo difícil porque la justicia humana depende de los valores y de las creencias individuales de cada persona. No es lo mismo ejercer justicia en un país demócrata que en otro comunista o dictatorial. También es muy difícil definir ¿qué es justo y qué no?
La justicia humana es la virtud fundamental que supone la inclinación a otorgar a cada uno aquello que le pertenece o le corresponde. Se puede entender a la justicia como lo que debe hacerse de acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el Derecho del país. En cambio si nos remitimos a la justicia divina, donde no hay ningún tipo de conveniencia moral porque todo es puro y santo, hay una absoluta diferencia. Este es uno de los atributos más notables de Dios en las Escrituras.
Al decir que Dios es justo, estamos diciendo que Él siempre hace lo que está correcto y lo hace en forma consistente, sin parcialidad ni prejuicios. La palabra justo y la palabra recto, son idénticas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. ¿No sería de su agrado en este momento elevar la causa al Dios justo y recto para que incline la balanza en el correcto lugar? El texto del párrafo nos dice que Él hace justicia a los que son maltratados por los poderosos, da de comer a los hambrientos, y pone en libertad a los presos. Da vista a los ciegos, levanta a los caídos y ama a los justos, cuida de la gente sin patria, y sostiene a huérfanos y viudas, y hace que fracasen los planes de los malvados.
Es maravilloso poner el agravio, la ofensa, humillación e injusticia que podamos sufrir y todo lo que nos ocurra en el escritorio divino. El Dios del cielo se hizo hombre para llegar a ser nuestra salvación. Nos recomienda Matthew Henry en su comentario que aunque murió en la cruz por nuestros pecados, y fue puesto en la tumba, sus pensamientos de amor por nosotros no perecieron; se levantó de nuevo para cumplirlos. Cuando estuvo en la tierra, sus milagros fueron ejemplo de lo que Él sigue haciendo cada día. Otorga liberación a los cautivos atados en las cadenas del pecado y de Satanás. Abre los ojos del entendimiento. Da el pan de vida a los que tienen hambre de salvación; y es el Amigo constante del pobre de espíritu, el indefenso y el desposeído. Nuestro Señor Jesús vino al mundo a socorrer al indefenso: en Él encuentran misericordia los pobres pecadores, que son como huérfanos; su reino continuará por siempre. Entonces, corran a Él los pecadores y los creyentes se regocijen en Él. Como el Señor reinará por siempre, animémonos unos a otros a alabar su santo nombre.
Rubén Pelegrina
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