jueves, 21 de junio de 2012


Jonás 1: 4 Tres cosas indispensables para la obediencia y el servicio.

4  Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave.

Comentario:
En el estudio anterior analizamos por qué Jonás se fue lejos de la presencia de Jehová rumbo a Tarsis en desobediencia.
Jonás no tenía un ojo sencillo, ni un corazón de niño que acepta con simpleza las cosas, ni una disposición absoluta. Tres cosas indispensables para la obediencia.
El ojo nos permite ver la necesidad, el corazón nos impulsa a amar y la disposición nos induce a trabajar. Son preciosos dones de Dios para el servicio y si uno de estos engranajes falla, el vehículo no se mueve o se mueve mal. Todos los creyentes podrían y deberían poseer estas virtudes, pero desgraciadamente las encontramos raramente entre los hijos de Dios. El deseo de poder, la razón y la voluntad propia, juegan habitualmente un gran papel y el ojo de la fe es turbado, la mirada se oscurece, el corazón es incapaz de comprender los caminos de Dios para amar a los perdidos, y la voluntad se centra en nosotros mismos.
Si en las circunstancias diarias, viéramos solamente que el hacer la voluntad de Dios nos permite ser más aceptados y bendecidos, teniendo un corazón dispuesto hacia lo espiritual y una mirada con el pensamiento que si no evangelizamos los estamos mandando al infierno, obedeceríamos con mayor disposición.
Es incomprensible que muchos cristianos no experimenten a Dios diariamente, no lo sienten y viven una vida absorta en ellos mismos, buscando profesionalizarse más, mejorar su relación con su trabajo secular, buscar la prosperidad o tomar distracciones mundanas para “relajarse”. Después se quejan que Dios está lejano y no contesta sus oraciones. Ni hablemos de aquellos que dejaron de leer la Biblia, de orar sin cesar, de estudiar la Palabra y meditar en ella. Conozco gente que poco a poco fue dejando estas buenas y sanas costumbres y ahora les veo tambalear, ir a los médicos periódicamente buscando salud, poniendo propaganda de sus servicios en distintos lugares porque ya su profesión no les asegura un jornal digno, viven enojados y gritando en la casa. Y todo se debe a que un día copiaron el mal ejemplo de Jonás, tomaron una nave para Tarsis descendiendo a Jope. Y es que inmediatamente Dios hace levantar un gran viento en el mar de su vida, y hay una tempestad tan grande que la nave se parte en mil pedazos. 
En la Biblia descender es descender y ascender es ascender. ¿En cuál camino te encuentras hoy, ascenso o descenso?
La desobediencia de Jonás puso en peligro la vida de toda la tripulación del barco. Tenemos la gran responsabilidad de obedecer la Palabra de Dios porque nuestros pecados y desobediencias pueden poner en peligro a los que nos rodean. Podemos afectar la vida de nuestros hijos, padres, esposos y aún de los hermanos de la iglesia que un día pusieron la mirada en nosotros. ¿Cómo nos defenderemos si nos descarriamos a propósito? ¿Cuáles serán las excusas ante Dios? El juez es juez y un día cada uno rendirá cuentas ante él. No podemos ser tan necios de persistir en el pecado olvidando los buenos tiempos con Dios, cuando hacíamos estudios regulares de Su Palabra, cuando hablábamos con él en el camino y fuera del camino, cuando realizábamos devocionales con nuestros hijos y en el hogar se levantaba un altar a Dios. Concluyo con el Salmo 127: 1-2 “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia. Por demás es que os levantéis de madrugada, y vayáis tarde a reposar, y que comáis pan de dolores; pues que a su amado dará Dios el sueño”.

Rubén Pelegrina


No hay comentarios:

Publicar un comentario