Jonás 3: 6-10 El impacto de un mensaje entregado a tiempo
6 Y llegó la noticia hasta el rey de Nínive, y
se levantó de su silla, se despojó de su vestido, y se cubrió de cilicio y se
sentó sobre ceniza.
7 E hizo proclamar y anunciar en Nínive, por
mandato del rey y de sus grandes, diciendo: Hombres y animales, bueyes y
ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
8 sino cúbranse de cilicio hombres y animales,
y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la
rapiña que hay en sus manos.
9 ¿Quién sabe si se volverá y se arrepentirá
Dios, y se apartará del ardor de su ira, y no pereceremos?
10 Y vio Dios lo que hicieron, que se
convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les
haría, y no lo hizo.
Comentario:
Nunca nos imaginamos
lo que ha de suceder hasta que lo hacemos y pasa un tiempo. Ese tiempo
transcurrido entre “el hacer” y “el impacto” puede ser breve o prolongado.
Llamo “el hacer” a
las cosas que debemos hacer en el tiempo correcto y me refiero al “impacto” a
lo que sucede posterior a lo que hicimos.
Has pensado en ¿Cómo
impactó al mundo la vida de Jesús? Nadie ha influenciado el mundo de la manera
que Jesús lo ha hecho. Nadie.
A través de la
historia, la influencia que Jesús tuvo en la vida de la personas, no ha sido
sobrepasada en más de 2.000 años y nunca lo será. Ningún otro líder ha inspirado tantos cambios
positivos en la vida de sus seguidores.
Quienes se encuentran con el Cristo resucitado son totalmente
transformados. Su forma de ver la vida
es para siempre alterada. Por defender
su fe, no dudan en enfrentarse con dificultades persecución y aún la
muerte. Muchos consagran sus vidas al
servicio de otros, poniendo de lado sus propios deseos y necesidades.
La Obediencia de
Jonás impactó el corazón de una gran ciudad y fue un golpe al corazón de un
rey. Dios toca el corazón por la Palabra. Y el monarca ninivita no es una
excepción. Él también es alcanzado por la proclamación profética, y se
desprende de los signos distintivos de la realeza: (v.6) Baja de su trono y se
despoja de sus ropas reales. Es un lenguaje simbólico mediante el cual está
diciendo que reconoce al Dios Eterno como único Señor y Rey.
Vs 7-8 El rey toma
la pluma y escribe un decreto que dice lo siguiente: “Hombres y animales,
bueyes y ovejas, no gusten cosa alguna; no se les dé alimento, ni beban agua;
sino cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y
conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos”.
La altura de los
conceptos espirituales del decreto es insospechada para un medio pagano como el
asirio. La obra de la palabra de Dios, proclamada por Jonás, va mucho más allá
de lo imaginable. Uno de los aspectos más sorprendentes del decreto es la
inclusión de los animales. ¿Cómo es posible que éste pagano y sus grandes
puedan haber entendido que el cuidado de Dios abarca también a las bestias?
Dice el Señor por medio de Asaf en el Salmo 50:10-11: “Porque mía es toda
bestia del bosque. Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas
las aves de los montes, y todo lo que se mueve en los campos me pertenece.”
¿Podemos nosotros imaginar
tamaña decisión de arrepentimiento consistente en no comer y cubrirse de
arpillera el cuerpo, tanto hombres como animales?
Cuando tú te
arrepientes de algo malo que hiciste, ¿solo pronuncias palabras de
arrepentimiento o cumples con algo extraordinario como una señal del
arrepentimiento?. Solo el cambio a veces no es lo necesario sino otra señal que
cada uno puede elegir, para afirmar y grabar en imagen de vida en la mente y
mostrar a Dios que verdaderamente estamos arrepentidos. Eso será un cuadro de
testimonio personal que recordará lo que hicimos.
Pero la confianza no
está depositada en la efectividad del rito que se haga, sino en la misericordia
del Señor y la sinceridad del corazón del hombre.
Que a todos nos
sirva esta experiencia para convertirnos del mal camino al buen camino
diariamente.
Rubén Pelegrina
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