Salmo 150 Alabar a Dios con
instrumentos de música
1 Alabad a Dios en su santuario; alabadle en la
magnificencia de su firmamento.
2 Alabadle por sus proezas; alabadle conforme a
la muchedumbre de su grandeza.
3 Alabadle a son de bocina; alabadle con
salterio y arpa.
4 Alabadle con pandero y danza; alabadle con
cuerdas y flautas.
5 Alabadle con címbalos resonantes; alabadle
con címbalos de júbilo.
6 Todo lo que respira alabe a JAH. Aleluya.
Comentario:
Hemos llegado al fin del salterio y siento
mucho agradecimiento a Dios por el tiempo transcurrido en el análisis verso
tras verso de las maravillas que sembraron estos hombres de Dios en los salmos,
el mayor de todos ellos fue David el dulce cantor de Israel (2° Samuel 23:2).
Creo que el libro de los salmos es el que
tiene el papel más ultrajado en cada Biblia porque ha sido leído en tiempos
difíciles, en tiempos de mucha preocupación y desesperación, en tiempos de
angustia, zozobra y malestar. Todos hemos manchado sus hojas con lágrimas y
quedaron escritas diversas citas con referencias a pasajes paralelos, páginas
muy subrayadas, que hacen del salterio un libro de consulta cotidiano. ¿Quién
no ha abierto sus páginas en cada momento triste de abatimiento y también se ha
regocijado en los momentos de éxitos alegres? No podemos quedar callados al
final de este fastuoso y placentero bálsamo que recibimos al leer sus páginas.
Siempre brotan momentos radiantes de gozo en la tristeza y dan paz en la
tormenta.
Ahora, para analizar ésta última composición
podemos fijar la atención en que Dios se agrada de una alabanza en sincronía
con los instrumentos, ir al son de ellos es en el tono y ritmo que cada uno
marca en forma conjunta. Cada elemento musical tenía un momento especial de uso en el
culto y un lugar específico y su uso era armónico y traía paz al alma, igual
que lo traen hoy. Esta es la razón muy importante de reconocer que cada
instrumento debe ser usado en el momento oportuno y adecuado.
El salmista menciona todos los instrumentos que se
usaban en el servicio del templo en la época (vs. 3-5). En el servicio de Dios
no se debe escatimar costo ni esfuerzo en tener los mejores instrumentos. La
música excelente para los oídos de Dios son los afectos sinceros y devotos de
la unidad que causan instrumentos y cuerdas vocales, nada tienen que ver los
instrumentos solos, pero ellos ayudan a tener una alabanza melodiosa, que
acompañada por un corazón melodioso causa un impacto en la fe, el amor, el
gozo, la confianza y el respeto por la música.
No dejemos de alegrarnos en este tipo de alabanza y
procuremos que cada cosa que hacemos cause un impacto en el corazón de las
personas duras, de los seres sensibles, de los que se alegran y cantan a viva
voz, pero también de los apocados y que no gozan de una buena entonación. Dios
es bueno y merece nuestra adoración. Amén.
Rubén Pelegrina
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