viernes, 9 de marzo de 2012

Salmo 144 Oración pidiendo socorro y prosperidad (3° Parte)

Salmos 144:3-4  Oh Jehová, ¿qué es el hombre, para que en él pienses, o el hijo de hombre, para que lo estimes?
4  El hombre es semejante a la vanidad; sus días son como la sombra que pasa.

Comentario:
Vs 3-4 El salmista usa aquí toda una serie de metáforas para mostrar una particular y asombrosa diferencia: la grandeza de Dios y la pequeñez del hombre al cual compara con vanidad o vaciedad y sombra que pasa como lo analizamos al final; éste, siendo nada, hoy está y mañana ya no está. Piense usted en cuántos familiares, amigos o conocidos tuvo que ya no están y que a muchos quisiera resucitar y no puede…
El texto también muestra la soberanía de Dios y su cuidado sobre el ser humano que es nada, valga la redundancia. ¿Alguien cuidaría lo que es nada? Dios sí.
¿Se ha puesto a pensar usted en esto? Que usted es nada y Dios cuida de esa nada.  O usted mantiene la arrogancia de creer que es mucho. Puede ser que usted lo crea, pero ante los ojos de Dios somos como una flor que hoy está y mañana se marchita o como la sombra (Job 14:2), o como una nube y el rocío de la mañana (Oseas 6:4) Job habla sobre la brevedad de la vida diciendo: “El hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombra y no permanece”. (Job 14:1-2)  
¿Sabe usted que hoy está aquí y mañana no lo tiene asegurado? ¿Se ha dado cuenta que en este texto hay un gran contraste entre lo que es el hombre y lo que es Dios?
Es una importante ocasión para reflexionar y meditar sobre nosotros mismos, qué estamos haciendo para no sobrevalorarnos humanamente porque nos enseña Pablo en Romanos 12:3: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”.
Mas debemos valorarnos espiritualmente porque ahí sí, en dicha dimensión somos participantes de una bendición eterna. En Efesios 1:3 Pablo dice que Dios nos bendijo “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales”. Esta es una declaración que debemos resaltar en esta época tan materialista en que nos toca vivir, nos bendijo en los lugares celestiales con un cheque a futuro. Vemos una sociedad que idolatra la salud, las riquezas, la buena vida; y lo más triste de todo esto es que algunos han querido acomodar el mensaje del evangelio a esa forma de pensar. Por esto hoy muchas personas abrazan el llamado “evangelio de la prosperidad”: donde se enseña que debemos prosperar económicamente, debemos disfrutar de muchas posesiones, porque somos hijos del Rey, y debemos vivir como tales. Esta manera moderna de pensar dice Warren Wiersbe – trata de hacernos creer que la mayor preocupación de Dios es hacernos felices, no santificarnos, cuando la santificación significa “vivir apartados o separados para…” y que Dios se preocupa más por nuestro bienestar físico y material que por el moral y espiritual.
¿Usted siente que esto sea una realidad en su vida? El ‘dios de la prosperidad’ es un mensajero de vanidad cuya única responsabilidad es responder a todos nuestros llamados y asegurarse de que estemos gozando de la vida”. Todo lo contrario, el salmista nos asegura que somos nada, que hoy estamos y mañana no. Dice Pablo en 1°Tim. 6:7-8 “Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar, así que teniendo sustento y abrigo, estemos ya satisfechos”.
Nuestra mayor preocupación debe ser alcanzar el mundo con el evangelio. Es lo único que me predispone y motiva a mí a hacer lo que hago, explicar la Biblia para que cualquier persona en la red pueda leer y conocer el amor de Dios hasta lo último de la tierra.
“Nuestra ciudadanía está en los cielos, dice Pablo en Fil. 3:20, y esa ciudadanía encierra grandes privilegios. Nuestro verdadero disfrute, nuestro más profundo deleite, son esas bendiciones espirituales de las que Pablo habla en esta carta y al pensamiento que nos traslada el salmista, y que Dios nos ha concedido libremente en Cristo. Él controla todas las cosas para nuestro bien, y nos gozamos en la esperanza ciertísima de la vida eterna. En otras palabras, aunque no hemos llegado al cielo, ya comenzamos a disfrutar un anticipo de él, y si Dios nos da bendición material o prosperidad económica, ¡Alabado sea Él!.

Rubén Pelegrina

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