Salmos 139: 4-10 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.
5 Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano.
6 Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es, no lo puedo comprender.
7 ¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
8 Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.
9 Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar,
10 Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra.
Comentario:
V.4 Como humanos, cuántas veces nos gustaría conocer el pensamiento o las palabras que van a emitir otras personas para no incurrir en un error o cometer alguna torpeza, o por simple curiosidad. Dios que está en todo lugar y es Omnisciente aunque no lo veamos, nos dice que aún no llega la palabra a la lengua, cuando él ya la conoce. Dios lleva la cuenta exacta y juiciosa de cada paso que damos, buenos o malos pasos los conoce y sabe cuándo van a brotar palabras sin sustancia o palabras buenas, y con qué intención serán dichas. En cualquier lugar que estemos, nos encontramos bajo el ojo y la mano de Dios. No podemos descubrir cómo Dios nos examina. Si tomáramos en cuenta esto solo, podríamos evitar pensamientos oscuros.
Vs 5-10 Nuestro Padre, nuestro Creador jamás nos deja solos, nunca nos abandona. Muchas veces, cosas o sucesos terribles tienen que ocurrir para que al final podamos ver el milagro de Dios manifestado en nuestras vidas con su protección, bienestar y prosperidad “Tu protección me envuelve por completo; me cubres con la palma de tu mano” (Salmos 139:5 NVI). En el cielo, en la tierra o debajo de la tierra Dios está allí, por esa razón Dios pide que no nos hagamos imagen de ninguna cosa que está arriba en el cielo, ni en la tierra ni debajo de la tierra, porque Él es Dios que está en todo lugar y nada ni nadie lo reemplaza.
En el alba, en el extremo del mar, y en la noche oscura Dios está presente. Jonás pensaba que huía de Dios escondido en un barco en medio de la tempestad, pero ahí estaba Dios y le envió un gran pez. En la noche oscura los discípulos pensaban que se ahogaban, pero ahí estaba Jesús para calmar la tempestad.
Aún en los momentos de dificultad debemos exaltar a Dios porque con la adoración se provoca el mover poderoso del Espíritu Santo. Cuando nos sentimos angustiados es humano desesperarse o sentirnos solos, pero eso no es así, Dios jamás nos deja solos, pues su presencia siempre está con nosotros y nos libra de todo temor cuando clamamos por ayuda; y esto lo puedo afirmar completamente por experiencia. “En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción” (Salmos 107:6 NVI).
No debemos temer o pensar que en el día malo caeremos y nadie nos levantará porque Dios es fiel, siempre está dispuesto a llevarnos en sus manos y cubrirnos con sus alas. “Aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra”. (Salmo 139:10) “A la sombra de tus alas cantaré, porque tú eres mi ayuda” (Salmos 63:7 NVI).
Rubén Pelegrina
No hay comentarios:
Publicar un comentario