martes, 16 de octubre de 2012


Efesios 1:2 Estilos de saludos

V.2  Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Comentario:
Es muy interesante analizar nuestros saludos, porque en cada lugar del mundo se estilan formas diferentes, en España son dos besos en la mejillas, en Brasil, Francia, Holanda, Alemania y Suiza, son tres besos. En París, los amigos, mujeres y hombres, se saludan con cuatro besos en las mejillas y se despiden de igual forma. En algunos países del mundo árabe son cuatro, pero nunca hombre-mujer, sino hombre-hombre.
En otros países del mundo árabe es costumbre dar seis besos al despedirse de alguien a quien aprecias.
Y también las diferentes formas de expresión escrita, tienen mucho que ver, respecto a la época y lugar.
Pablo pasa ahora a saludar a sus lectores y no usa el saludo común de la correspondencia de su tiempo. Pablo usa un saludo especial, característico de otras de sus cartas. Este saludo refleja el buen deseo de Pablo por sus lectores. Este es un buen ejemplo a seguir: desear y comunicar esta bendición a los creyentes y a los que no son para que también lleguen a alcanzar la bendición de Dios.
Pablo pronuncia esta bendición especial para los que reciben y leen la carta: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.  Aquí hay dos grandes palabras que resaltan la fe cristiana: “gracia y paz”. Pablo mezcla aquí dos conceptos de saludos diferentes, para alcanzar a la mayor parte de los lectores de la época.
Gracia es un concepto de origen griego y paz es un concepto de origen hebreo. Estas palabras unidas son una bendición muy especial para expresar los mejores sentimientos que Pablo podría tener para los creyentes: los santos y fieles en Cristo Jesús (v.1).
Si tenemos que definir cada uno de los términos, la gracia es el favor inmerecido de Dios a la humanidad. Dios tomó la iniciativa de salvar al hombre, y vino en busca de nosotros enviando a Cristo Jesús a la tierra, para cumplir su ministerio muriendo en una cruz. La salvación sólo es posible por el amor de Dios que ningún ser humano merece, pero que Dios lo concede gratuitamente a todo aquel que reconoce su condición de pecado y acepta a Cristo como su Señor y Salvador de su vida.
La paz es una expresión que refleja la condición como resultado de la fe de los creyentes. Es el resultado de la salvación. Describe la nueva existencia del creyente. Ya no hay conflicto entre el creyente y Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. (Romanos 5:1-2). Por este detalle descubrimos que la carta está dirigida a los creyentes.
Esta paz trata más allá de una  simple tranquilidad, esta es una paz que persiste aun en medio de la persecución y las dificultades.
Muchos de nosotros pasamos penas y sufrimientos diarios, familiares y de diferente índole, por lo que necesitamos mucha paz, una armonía en medio del desorden.
Esta gracia y esta paz tienen origen divino, ningún hombre puede darlas, es de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Pablo sabía esta verdad muy bien y nos la transmite para que recibamos e imitemos lo que él tenía. Cuando él experimentó el encuentro personal con el Señor Jesús camino a Damasco, él sintió la gracia de Dios y hubo un cambio espectacular en su vida: la paz de Dios inundó su ser. De guerrero se transformó en un hombre de paz. Sólo quien tiene esta gracia y esta paz puede desear a los demás la misma bendición.
Esta bendición debe ser el deseo de cada uno  de los lectores, que todos conozcan a Cristo como su Señor y Salvador personal.
Decide hoy tomar este saludo de Pablo y practicarlo.
Rubén Pelegrina


No hay comentarios:

Publicar un comentario