Efesios 1:2 Estilos
de saludos
V.2 Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro
Padre y del Señor Jesucristo.
Comentario:
Es muy interesante
analizar nuestros saludos, porque en cada lugar del mundo se estilan formas
diferentes, en España son dos besos en la mejillas, en Brasil, Francia,
Holanda, Alemania y Suiza, son tres besos. En París, los amigos, mujeres y hombres,
se saludan con cuatro besos en las mejillas y se despiden de igual forma. En
algunos países del mundo árabe son cuatro, pero nunca hombre-mujer, sino
hombre-hombre.
En otros países del
mundo árabe es costumbre dar seis besos al despedirse de alguien a quien aprecias.
Y también las
diferentes formas de expresión escrita, tienen mucho que ver, respecto a la época
y lugar.
Pablo pasa ahora a
saludar a sus lectores y no usa el saludo común de la correspondencia de su
tiempo. Pablo usa un saludo especial, característico de otras de sus cartas.
Este saludo refleja el buen deseo de Pablo por sus lectores. Este es un buen
ejemplo a seguir: desear y comunicar esta bendición a los creyentes y a los que
no son para que también lleguen a alcanzar la bendición de Dios.
Pablo pronuncia esta
bendición especial para los que reciben y leen la carta: Gracia y paz a
vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Aquí hay dos grandes palabras que resaltan la
fe cristiana: “gracia y paz”. Pablo mezcla aquí dos conceptos de saludos
diferentes, para alcanzar a la mayor parte de los lectores de la época.
Gracia es un
concepto de origen griego y paz es un concepto de origen hebreo. Estas palabras
unidas son una bendición muy especial para expresar los mejores sentimientos
que Pablo podría tener para los creyentes: los santos y fieles en Cristo Jesús
(v.1).
Si tenemos que
definir cada uno de los términos, la gracia es el favor inmerecido de Dios a la
humanidad. Dios tomó la iniciativa de salvar al hombre, y vino en busca de nosotros
enviando a Cristo Jesús a la tierra, para cumplir su ministerio muriendo en una
cruz. La salvación sólo es posible por el amor de Dios que ningún ser humano
merece, pero que Dios lo concede gratuitamente a todo aquel que reconoce su
condición de pecado y acepta a Cristo como su Señor y Salvador de su vida.
La paz es una
expresión que refleja la condición como resultado de la fe de los creyentes. Es
el resultado de la salvación. Describe la nueva existencia del creyente. Ya no
hay conflicto entre el creyente y Dios: “Justificados, pues, por la fe, tenemos
paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también
tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos
gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. (Romanos 5:1-2). Por este
detalle descubrimos que la carta está dirigida a los creyentes.
Esta paz trata más
allá de una simple tranquilidad, esta es
una paz que persiste aun en medio de la persecución y las dificultades.
Muchos de nosotros
pasamos penas y sufrimientos diarios, familiares y de diferente índole, por lo
que necesitamos mucha paz, una armonía en medio del desorden.
Esta gracia y esta
paz tienen origen divino, ningún hombre puede darlas, es de Dios nuestro Padre
y del Señor Jesucristo. Pablo sabía esta verdad muy bien y nos la transmite
para que recibamos e imitemos lo que él tenía. Cuando él experimentó el encuentro
personal con el Señor Jesús camino a Damasco, él sintió la gracia de Dios y
hubo un cambio espectacular en su vida: la paz de Dios inundó su ser. De
guerrero se transformó en un hombre de paz. Sólo quien tiene esta gracia y esta
paz puede desear a los demás la misma bendición.
Esta bendición debe
ser el deseo de cada uno de los
lectores, que todos conozcan a Cristo como su Señor y Salvador personal.
Decide hoy tomar
este saludo de Pablo y practicarlo.
Rubén Pelegrina
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