Efesios 2:9-10 Gracia versus obras
9 no por obras, para
que nadie se gloríe.
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo
Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que
anduviésemos en ellas.
Comentario:
No es un error pensar
que debemos hacer cosas o prestar servicio en la iglesia posterior a la
conversión. Muchos se escudan en este texto para dejar de lado el servicio y el
trabajo en la obra de Dios. El apóstol Pablo aquí se refiere a otro aspecto de
lo que estamos diciendo, se refiere a otro tema. Nadie puede ganarse la
salvación, el cielo o la vida eterna por “hacer algo”. Todo, absolutamente todo
fue hecho por Dios para nosotros y aunque nosotros hagamos algo por nuestra
salvación no tendrá valor y no agregaremos ni un pelo a lo que ya está hecho.
Por gracia somos salvos (v.8).
Este tema puede
resultarnos más fácil a nosotros que a los primeros cristianos, ¿por qué? Ellos
venían acostumbrados a la ley Mosaica que impedía hacer muchas cosas y exigía
hacer mucho para salvarse. Cristo, fue una revelación dramática del poder de
Dios, lleno de gracia, cuando no estaban acostumbrados precisamente a eso, porque
ahora deriva todo por completo de él. No es producto de, ni recompensa dada
por, nuestras obras; es el don de Dios para la fe. La fe en su totalidad no es
por gracia tampoco, Pablo no se refiere a eso, la fe viene por el oír la
Palabra de Dios.
Las obras carecen de
importancia para la salvación ahora. Pero nuestra vida y nuestras obras
anteriores sólo contribuyeron a la condenación de la que necesitábamos ser
liberados. En contraste con esto, el v. 10 presenta a nuestra salvación en
términos de la nueva creación que Dios hace de nosotros en Cristo. Nosotros
somos obra de Dios, fuimos creados por Cristo para hacer el bien tal como Dios
ya lo tenía planeado. De esta forma, con Jesús, somos primicias de la nueva
creación y hemos sido transformados para que realmente podamos hacer verdaderas
buenas obras.
Nosotros no podemos
ganarnos el amor de Dios; pero podemos y debemos mostrarle a Él que le estamos
sinceramente agradecidos, tratando de todo corazón de vivir la clase de vida
que produzca gozo al corazón de Dios.
Rubén Pelegrina
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