domingo, 22 de abril de 2012

Salmo 147 Alabanza por el favor de Dios (5° parte)


Salmos 147: 12-20  Alaba a Jehová, Jerusalén; alaba a tu Dios, oh Sion.
13  Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti.
14  Él da en tu territorio la paz; te hará saciar con lo mejor del trigo.
15  Él envía su palabra a la tierra; velozmente corre su palabra.
16  Da la nieve como lana, y derrama la escarcha como ceniza.
17  Echa su hielo como pedazos; ante su frío, ¿quién resistirá?
18  Enviará su palabra, y los derretirá; soplará su viento, y fluirán las aguas.
19  Ha manifestado sus palabras a Jacob, sus estatutos y sus juicios a Israel.
20  No ha hecho así con ninguna otra de las naciones; y en cuanto a sus juicios, no los conocieron.  Aleluya.

Comentario:
El párrafo bíblico que inicia esta lectura nos motiva  a bendecir a Dios porque vienen grandes bondades de su mano.
Vs. 13-14 Protección, bendición, descanso, paz y provisión son aquellas cosas que todos deseamos recibir y que aquí se nos prometen. Pero hay algunos requisitos que primero tenemos que cumplir. Estos son: según los versos 4-5 creer que Dios es omnipotente, supremo e irresistible, a cada una de las estrellas llama por su nombre, a mí también y a ti también, eso significa que está cercano y nos conoce. Ya lo analizamos antes diciendo que el conocimiento de Dios es de una profundidad que no puede ser sondeada. Nunca debemos cuestionar algo a Dios. En este preciso momento yo tendría muchas cosas que preguntarle a Dios, por pruebas que atravieso, ministerios que desearía tener y no los tengo, relaciones que pudiera cultivar y no puedo,  y así la lista continúa, pero un ser tan pequeño ¿qué puede cuestionar a Dios?
El segundo requisito es creer en el poder primario de Su palabra, al final analizamos el poder supremo de Su palabra (v.15  “Él envía su palabra a la tierra; velozmente corre su palabra”).
El tercer requisito es no abrir los cerrojos que Dios puso en nuestra vida. Leemos aquí que instaló un vallado a nuestra vida y fortificó las cerraduras para que nada impropio pueda penetrar (v 13 “Porque fortificó los cerrojos de tus puertas; bendijo a tus hijos dentro de ti”.) Mucho de lo malo que pasa en nuestra vida, ocurre porque nosotros abrimos los cerrojos puestos por Dios y así toda clase de mal puede filtrarse a nuestra vida. Cuando creímos Dios selló nuestra vida con el Espíritu Santo y si él nos acompaña ¿de quién temeremos, de qué temeremos? (v.14  “Él da en tu territorio la paz”) Pero la verdad es que sí tememos porque no tenemos lucha contra sangre y carne, o sea contra hombres, sino contra principados y potestades que habitan en las regiones invisibles. Es aquí el peligro de abrir cerrojos o de permitir que en la lucha seamos vencidos, porque en Cristo somos más que vencedores.
El cuarto requisito es esperar la misericordia del Señor (v.11) que ya analizamos en el anterior estudio. En verdad este tendría que ser el primer requisito, pero preferí ponerlo en éste lugar ya que me parece importante antes mencionar los otros para recibir éste con mayor solicitud y claridad.
El último requisito es creer en el poder supremo de Su palabra,  "Él envía su palabra a la tierra; velozmente corre su palabra" (v.15) " Enviará su palabra, y los derretirá" (v.18) El cielo y al tierra pasarán pero las palabras de Dios permanecen para siempre. (Mateo 24:35).  
Creer en esto fortifica nuestro corazón, porque éste puede debilitarse con las pruebas y dificultades del diario vivir, pero puede robustecerse creyendo que todo puede pasar, menos las promesas insertas en Su Palabra.

Rubén Pelegrina

sábado, 21 de abril de 2012



Salmos 147: 8-11  Él es quien cubre de nubes los cielos, el que prepara la lluvia para la tierra, el que hace a los montes producir hierba.
9  Él da a la bestia su mantenimiento, y a los hijos de los cuervos que claman.
10  No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre.
11  Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia.

Comentario:
Vs 8-11 Si comparamos estos versos entre sí, podremos descubrir que la ansiedad por la que muchos hoy deambulan, es producto de no confiar en Dios plenamente, en las buenas y en las malas y de confiar en sí mismos a través del esfuerzo personal, prácticas de evocaciones mágicas, o inteligencias orientales e hindúes, como así también impulsos a creer y practicar la ley de la atracción. Esto genera un entusiasmo momentáneo y con el paso del tiempo crea una inmensa desilusión que lleva a la zozobra y hasta la depresión. Un verdadero cristiano debería aferrarse plenamente a Dios y no prestar atención a fábulas o supersticiones.
La Escritura afirma constantemente que Dios se complace en los que le temen a Él (v.11).
Si Dios da mantenimiento personalizado a la bestia y a los hijos del cuervo, animal despreciado por muchos, podemos creer que más atenderá a un hombre que es su hijo y mucho más que un pajarillo en toda su necesidad. “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:26) 
Solo que debemos aprestarnos a cumplir algunos requisitos que debemos cumplir. El v. 9 dice que los hijos del cuervo claman, debemos aprender a clamar.Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. (Mateo 7:7)
También hace referencia que debemos temer y por último esperar en su misericordia. “El Señor protege a quienes lo siguen. Él cuida de quienes ponen su confianza en su fiel amor. El Señor los salva de la muerte y los reanima cuando están hambrientos.
Nosotros esperamos que el Señor nos ayude porque él es nuestro apoyo y nuestro protector. Porque lo amamos y es el único en quien podemos confiar. "Señor, danos la misericordia que esperamos." Salmos 33:18-22  (V.PDT)
En vez de copiar de las aves, gastamos mucho esfuerzo tratando de perfeccionar nuestras habilidades o de incrementar nuestra fuerza. No hay nada malo en ello, es más, nuestros talentos pueden usarse para glorificar a Dios. Pero cuando usamos nuestras habilidades sin considerar a Dios, esto se torna en esfuerzo de muy poco valor. Es nuestro temor (reverencia) y confianza lo que Dios desea.
Cuando Dios vea que nuestro deseo se inclina por Él, usará nuestras habilidades y fuerzas de formas mucho más grandiosas de lo que nos podamos imaginar.
Rubén Pelegrina

martes, 17 de abril de 2012

Salmo 147 Alabanza por el favor de Dios (3° parte)

Salmos 147: 6-7  Jehová exalta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra.
7  Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios.

Comentario:
V.6  “Jehová exalta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra”. Muchas veces aunque uno quisiera que Dios humille a los impíos, salta inmediatamente un deseo negativo porque habrá alguien que siendo familiar o amigo personal, no desearíamos verle humillado por la mano de Dios. Sé que hay muchos que lo apetecen y creo que esto no debería pasar por la mente de un cristiano, sino orar fervientemente para que Dios use lo que Él quiera para que esta persona deje de vivir en la soberbia y acepte llevar la cruz cada día. Leemos que el humillar es obra de Dios y Él nos manda orar por los que nos ultrajan y nos persiguen sin desearles el mal. (Mateo5:44)  “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”.
Nos queda la plena seguridad que Dios, a Su tiempo exaltará la vida de todos los que así lo merecen y humillará a los indiferentes o incrédulos.
V. 7 “Cantad a Jehová con alabanza, cantad con arpa a nuestro Dios”. A decir verdad, el deber del Pueblo elegido siempre fue, es y será glorificar a Dios. El profeta Isaías dijo algo que nos hace reflexionar “Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas.” (Isaías 42:8) Somos muy débiles en cuanto a reconocer que Dios es el único que merece la total atención de nuestra vida y el profeta la tenía clara, no estaba dispuesto a dar la gloria a otra cosa u otro ser. Igualmente le pasó a Daniel, tres veces al día en oración abría las ventanas de su casa y oraba a Dios, cuando esta actividad estaba completamente prohibida, solo debían adorar al rey Darío por espacio de treinta días. (Daniel 6:12)
Hoy también muchos se elevan a sí mismos como dioses, aunque de otra manera,  arguyendo la capacidad de “atraer” hacia sí mismos las cosas que pretenden; se habla de la energía universal que está a disposición del ser humano que la usa, entonces el hombre deja de confiar en Dios y se constituye en su propio dios. En forma más explayada expongo estos pensamientos en mi libro que saldrá titulado “El alma expectante”.
Basemos y fijemos toda nuestra atención y adoración constante en Dios y Él nos dará la debida exaltación que siempre hemos deseado. A algunos les llevará un tiempo y a otros puede ser que venga en forma inmediata, de todos modos vendrá, ¡Dios no falla!.

Rubén Pelegrina

jueves, 12 de abril de 2012

Salmo 147 Alabanza por el favor de Dios (2° parte)

Salmos 147:4-5  Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres.
5  Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito.

Comentario:
V.4  “Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres”.
¿Alguien se ha puesto a pensar lo que significa dar nombre a todo el cosmos? Parecería algo imposible, pero para Dios no hay nada imposible (Lucas 1:37).
Yo trabajo con clientes y generalmente me cuesta mucho trabajo llamarles por su nombre, ya que la mente humana no graba de inmediato todos los nombres y a veces usando reglas de nemotecnia tampoco sirve. Si Dios sabe el nombre de todas sus estrellas, es glorioso saber que también nos conoce por nombre y si Él se interesa en los detalles de todos los millones de estrellas, puede también interesarse en la salud espiritual y física de cada ser humano. A algunos los necesita sanos y a otros no los usa con sus enfermedades y no los cura porque Dios obra a través de la enfermedad. Juan11:4  “Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella”. ¿Nos caben dudas?
El conocimiento del hombre termina pronto, pero el conocimiento de Dios es de una profundidad que no puede ser sondeada. Nunca debemos cuestionar algo a Dios, Él me ha enseñado a través de la enfermedad muchas cosas, me ha librado de otras y me ha suplido siempre la medicina necesaria para estar bien. En muchas ocasiones me ha restablecido en forma total y en otras en forma parcial y nunca he dejado de dar gracias por las enfermedades. Muchas de ellas están en la mente y si Dios toma el control de ella, se puede tomar el control de la salud. No cuestionemos nada a Dios, seamos nobles en los altercados con Dios, pues Él es Dios.  “Grande es el Señor nuestro, y de mucho poder; y su entendimiento es infinito” (V.5)


Rubén Pelegrina

miércoles, 11 de abril de 2012

Salmo 147 Alabanza por el favor de Dios (1° parte)

Salmos 147: 1-3 Alabad a JAH, porque es bueno cantar salmos a nuestro Dios; porque suave y hermosa es la alabanza.
2  Jehová edifica a Jerusalén; a los desterrados de Israel recogerá.
3  Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.

Comentario:
Alabar y cantar a Dios es bueno, saludable y reparador. Siempre me ha gustado acercarme a los cantantes o músicos espirituales y alentarles a grabar su disco o prepararse mejor cada vez. Algunas veces lo he logrado, otras no, pero no me canso de brindar aliento al que engrandece el nombre de Dios con su música. La música en general está muy degradada y su letra es deprimente,  las canciones y sus letras engrandecen mucho lo que Dios condena y debemos ser conscientes que a Dios le agrada la buena alabanza de sus hijos. ¿Qué padre no se goza en algo similar?
Nos corresponde como criaturas racionales, mucho más como pueblo de Dios, alabarle de corazón. Podemos hacerlo desde que abrimos los ojos por el simple hecho de respirar, también durante el día al ver a los hombres en su ir y venir dando gracias porque la gente que nos rodea son los que nos bendicen, trayéndonos trabajo y sustento. Todo en el día lo ha hecho Dios para que nos gocemos y también en la noche, que a muchos no les agrada, para que descansemos del devenir diario. Antes de cerrar los ojos debiéramos hacer un recorrido por cada minuto del día que ya vivimos y de seguro no nos faltarán motivos para agradecer. Dicen los estudiosos que agradecer nos ayuda a sentirnos bien y genera un estado de ánimo diferente para el futuro que enfrentaremos.
Este Salmo y los tres restantes, podemos admitir ser especialmente designados para celebrar la reconstrucción de Jerusalén. Podríamos trasladar esto a nuestra vida suponiendo reconstrucción total en varios aspectos internos del corazón, que tengamos o sintamos estar devastados. Todos estos salmos comienzan y terminan con un llamado a la alabanza. El salmista se da cuenta y preocupado por la actitud del ser humano hace un llamado repetitivo porque no dedicamos tiempo para alabar a Dios.
En la Biblia de lenguaje sencillo lo expresa de la siguiente manera: “¡Alabemos a nuestro Dios! Muy agradable en verdad es cantarle himnos a nuestro Dios; muy grato y justo es cantarle alabanzas.
Dios ha reconstruido la ciudad de Jerusalén. Dios hizo volver a los israelitas que los babilonios se llevaron prisioneros. Dios sanó las heridas de los que habían perdido toda esperanza”.
Dios se deleita en la alabanza de su pueblo porque en ella se cumple la comunión con él; y de manera recíproca debe ser el deleite también del creyente. Hagámoslo frecuentemente, si en tu corazón hay tristeza intenta cantar, si hay problemas, repite a Dios con gratitud tus éxitos pasados, si hay motivo de alabanza, ¡alábale hoy!

Rubén Pelegrina

martes, 10 de abril de 2012

Salmo 146:7-10 Alabanza por la justicia de Dios (3° Parte)


7 Que hace justicia a los agraviados, que da pan a los hambrientos. Jehová liberta a los cautivos;
8 Jehová abre los ojos a los ciegos; Jehová levanta a los caídos; Jehová ama a los justos.
9 Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.
10 Reinará Jehová para siempre; Tu Dios, oh Sion, de generación en generación.
Aleluya.

Comentario:
V.7 En el comentario de la primera parte del salmo, dije que este texto puede hacernos decidir entregar todo a Dios cuando ya no confiamos en nadie y cuando la tormenta de la vida nos empaña el horizonte y hasta el firmamento se vuelve negro. Es cuando muchos nos acordamos del Juez y por qué no  también del Abogado “que hace justicia a los agraviados.” 
Definir la palabra justicia desde el punto de vista humano es algo difícil porque la justicia humana depende de los valores y de las creencias individuales de cada persona. No es lo mismo ejercer justicia en un país demócrata que en otro comunista o dictatorial. También es muy difícil definir ¿qué es justo y qué no?
La justicia humana es la virtud fundamental que supone la inclinación a otorgar a cada uno aquello que le pertenece o le corresponde. Se puede entender a la justicia como lo que debe hacerse de acuerdo a lo razonable, lo equitativo o lo indicado por el Derecho del país. En cambio si nos remitimos a la justicia divina, donde no hay ningún tipo de conveniencia moral porque todo es puro y santo, hay una absoluta diferencia. Este es uno de los atributos más notables de Dios en las Escrituras.
Al decir que Dios es justo, estamos diciendo que Él siempre hace lo que está correcto y lo hace en forma consistente, sin parcialidad ni prejuicios. La palabra justo y la palabra recto, son idénticas tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. ¿No sería de su agrado en este momento elevar la causa al Dios justo y recto para que incline la balanza en el correcto lugar? El texto del párrafo nos dice que Él hace justicia a los que son maltratados por los poderosos, da de comer a los hambrientos, y pone en libertad a los presos. Da vista a los ciegos, levanta a los caídos y ama a los justos, cuida de la gente sin patria, y sostiene a huérfanos y viudas, y hace que fracasen los planes de los malvados.
Es maravilloso poner el agravio, la ofensa, humillación e injusticia que podamos sufrir y todo lo que nos ocurra en el escritorio divino. El Dios del cielo se hizo hombre para llegar a ser nuestra salvación.  Nos recomienda Matthew Henry en su comentario que aunque murió en la cruz por nuestros pecados, y fue puesto en la tumba, sus pensamientos de amor por nosotros no perecieron; se levantó de nuevo para cumplirlos. Cuando estuvo en la tierra, sus milagros fueron ejemplo de lo que Él sigue haciendo cada día. Otorga liberación a los cautivos atados en las cadenas del pecado y de Satanás. Abre los ojos del entendimiento. Da el pan de vida a los que tienen hambre de salvación; y es el Amigo constante del pobre de espíritu, el indefenso y el desposeído. Nuestro Señor Jesús vino al mundo a socorrer al indefenso: en Él encuentran misericordia los pobres pecadores, que son como huérfanos; su reino continuará por siempre. Entonces, corran a Él los pecadores y los creyentes se regocijen en Él. Como el Señor reinará por siempre, animémonos unos a otros a alabar su santo nombre.

Rubén Pelegrina

lunes, 2 de abril de 2012

Salmo 146 Alabanza por la justicia de Dios (2° Parte)

Salmos 146:4-6 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos.
5 Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob, cuya esperanza está en Jehová su Dios,
6 El cual hizo los cielos y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay; que guarda verdad para siempre,

Comentario:
Vs.4-6 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”. El texto tiene su significado que a primera impresión es un poco complicado entender y es la continuación de lo que el salmista viene diciendo. Es como si una persona desea confiar en alguien poderoso, entonces el escritor le sugiere que no lo haga, pues hasta el más poderoso muere, dice él, se vuelve polvo; y ese día mueren con él todos los planes que hizo. Quedando así todo en la nada.
La Biblia enseña en muchas partes por medio de contrastes, y ésta es uno de ellos. Entonces pone aquí una alternativa, la de confiar en el hombre o confiar en Dios. Entonces debemos saber una cosa, que si uno confía en el hombre, consigue lo que el hombre puede producir; sin embargo, si confía en Dios consigue lo que Dios puede producir o causar. ¿Está claro, entonces? ¿en quién confiaremos cuando nos hallemos en dificultades? ¿Cuánto puede durar un hombre poderoso? ¿Cuánto alcanza un mandato de gobierno? Por supuesto que poco, muy poco.
El verso 5 confirma lo dicho: ¡El Dios de Jacob bendice a los que en él confían!
En este tema que tocamos ahora, debemos comprender algo muy significativo, la liberación del mal, del pecado, de los errores, de la depresión y enfermedades mentales y de los desaciertos que cometemos, viene todo solamente de Dios en Cristo; lo demás puede ser ayuda u orientación. Pero el Dios que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que hay en él y que además vio y formó el embrión que en el vientre de nuestra madre estaba, es solo el único que puede liberar de todo lo malo.
Dios siempre cumple sus promesas: hace justicia a los que son maltratados por los más poderosos, da de comer a los hambrientos, y pone en libertad a los que se sienten en cautiverio, sea éste mental o físico. Si hubiera algún impedimento en el camino para que Dios actúe, esto interrumpirá la bendición.
La frase: “que guarda la verdad para siempre” nos hace pensar y reflexionar, es ése el carácter de Dios. Sugiere que Dios sí guarda y cumple las promesas y, así, la fidelidad de Dios se manifiesta para sustentar al hombre, al mundo entero y a todo el universo.  “Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”. (Col. 1:17).

Rubén Pelegrina